La Cámara de Diputados aprobó esta semana el proyecto que prohíbe el uso de celulares en salas de clases de educación básica y media, iniciativa que pasa a ser trámite del Senado. En la región de Coquimbo, la presidenta del Colegio de Profesores La Serena, Rosa Castex, afirmó que la presencia de teléfonos se ha convertido en «un problema grave para el aprendizaje», pero advirtió que su eventual aplicación requerirá protocolos claros, corresponsabilidad familiar y respaldo del Ministerio de Educación.

Por: Valentina Echeverría O.

El proyecto plantea restringir el uso de teléfonos móviles y dispositivos electrónicos personales durante actividades curriculares, permitiendo excepciones en casos de emergencia, necesidades educativas especiales o actividades educativas planificadas. Aunque aún no es ley, su avance reabrió un debate que lleva años instalado en las comunidades escolares.

El diagnóstico de la presidenta comunal, es que «el uso del celular en las salas de clase ha sido un gran problema para los mismos niños. El aprendizaje no es el mismo. Aunque a veces se usa con fines pedagógicos, la mayoría no tiene el hábito de aprovechar bien esa tecnología».

Castex explicó que en su liceo intentaron implementar medidas internas sin resultados. «Llegamos a usar cajas para que los alumnos guardaran los celulares, pero no funcionó. Los aprendizajes bajaron y los resultados no fueron óptimos». Por ello, considera que la regulación apunta en la dirección correcta. «Creo que esta puede ser la mejor solución. Muchos países ya la aplican y Chile se estaba quedando atrás».

Sin embargo, advierte que la medida también puede generar tensiones si no se gestiona adecuadamente. «Hay estudiantes con necesidades educativas especiales que si necesitan el celular porque, si se descompensan, deben contactar a sus padres. Pero si unos pueden usarlo y otros no, ahí se puede generar un problema».

Uno de los nudos críticos, comentó, serían los apoderados. «Los padres creen que necesitan comunicarse por celulares con sus hijos durante el horario de clases, pero en el liceo tenemos teléfonos para eso. Hay alumnos que andan hasta con dos celulares. Se perdió la comunicación y el control».

También apuntó a la creciente presión sobre el docente. «Cuando un profesor intenta ser exigente, los apoderados se molestan. La educación ha cambiado y ahora lidiamos con muchas cosas adversas a la tarea fundamental, que es enseñar».

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