
Da cuanta de la situación actual del recinto, ante las demandas de usuarios y funcionarios por la falta de profesionales de la salud mental y las precarias condiciones en las que dicen trabajar.
Por René Martínez Rojas
La falta de psiquiatría infantil en el Hospital de Coquimbo ha derivado en reiteradas manifestaciones, como la de este martes, por ejemplo, justamente en el frontis del edificio en calle Videla.
Un panorama que en el recinto porteño entienden, como explica Gabriel Sanhueza, su director: «Para ser súper sincero, creo que es complejo el escenario, pero tenemos que trabajarlo y en eso estamos», cuenta luego de la manifestación encabezada por la Asociación de Enfermeras y Enfermeros del hospital, la FENATS y otras agrupaciones.
Aclara que justamente por eso se han estado reuniendo no solo con agrupaciones de familiares, sino también con parte del equipo y la jefatura. En rigor, «compartimos plenamente y es un sentir que, en el fondo, como institución, sabemos que es una problemática el déficit de horas de psiquiatra infantil adolescente, sobre todo como prioridad uno. Pero estamos trabajando».
Reconoce que existen otras instancias y espacios que se han desarrollado, por ejemplo, «disponer de camas del área de salud mental infantil adolescente que hoy está asumiendo pediatría. La idea es justamente aperturar una unidad especial que tiene cinco camas en principio para dar respuesta a la necesidad parcialmente, ya que es una necesidad muy alta».
Si advierte que es «una realidad nacional el tema del mercado laboral para los profesionales médicos psiquiatras infanto adolescentes» y aunque se ha producido una reducción de las horas, también es cierto que han hecho concursos públicos «y no han llegado candidatos».
Y hay varios factores. Primero, que el volumen de psiquiatras infanto adolescente en Chile es bien acotado, «pues es una especialidad falente y cuando uno dispone de horas no necesariamente se llenan todos los cargos. Para nosotros es un desafío generar un espacio que sea atractivo para los profesionales y que tenga una potencialidad de desarrollo, algo que estamos asumiendo en un periodo a corto plazo».
Mejoras de estructura
Otra problemática es la infraestructura del recinto, y por eso cuando asume la dirección tuvo reuniones y se hicieron los diagnósticos llegando a la conclusión de que «es antigua, depende del Servicio de Salud, y debemos trabajar juntos para evaluar cuál es la mejora que podemos hacer».
Por el tamaño del edificio es harto lo que hay que invertir, «porque es una construcción muy antigua y ahí tenemos que evaluar cuál es el mejor camino: si hacer inversión como para remodelar o reconstruir o buscar otro espacio físico, que también es complejo desde el punto de vista presupuestario».
En cuanto a las prioridades, esgrime que la primera «es la capacidad de tener un equipo que pueda responder a las necesidades de salud mental infantil adolescente en el área de atención de hospitalizados. Abriendo la unidad, teniendo un trabajo que nos va a apoyar el servicio de pediatría, ayudará a hacer una contención en las situaciones más complejas».
No obstante, espera que puedan disponer de recursos de psiquiatra infantil adolescente para aumentar nuestra oferta, «lo que nos obliga a remirar el trabajo ambulatorio en salud mental, que es algo que debemos ver tanto en el mundo adulto como infantil adolescente».
Como establecimiento considera que los recursos los tienen que ir priorizando «y en ese espacio hemos tratado de trabajar más ordenadamente con planes de contingencia, pensando en las situaciones más urgentes. Claramente hay posiciones que pueden en el fondo verse más desplazadas, como temas más electivos y otros proyectos de inversión, porque hay que hacer muchas figuras y no solamente la atención propiamente tal, como la compra de fármacos o intervenciones quirúrgicas, sino que debemos pagar arriendo, tenemos proveedores y servicios básicos. Son muchas cosas y hay realmente un ejercicio complejo».