Lo hará este lunes a las 11 de la mañana en dos eventos simultáneos y conectados en las ciudades de Washington y Santiago. Desde el observatorio dicen estar expectantes de este hito mundial. «Vamos a ver imágenes estáticas, probablemente galaxias…», cuenta Alejandra Voigt, vice presidenta de AURA.

Por René Martínez Rojas

Lo del día lunes seguramente será solo el principio de la misión del Vera Rubin. Por eso, existe expectación y ansiedad. Para el equipo de científicos y para Alejandra Voigt, vice presidenta de AURA, quien no ha querido ver las imágenes «porque quiero disfrutar igual que todo el mundo cuando las revelemos», reconoce a Diario La Región desde el observatorio, único en su tipo y nombrado en honor a la astrónoma Vera C. Rubin, pionera en demostrar la existencia de la materia oscura.

Emplazado en el Cerro Pachón junto a los telescopios Gemini Sur y SOAR, este lunes a las 11 de la mañana «después de 30 años desde que se pensó en esta idea», apenas como un bosquejo, «y con más de diez años de construcción y uno de prueba», finalmente se entregarás las imágenes para el mundo, marcando el inicio de sus operaciones.

Estas se darán a conocer en dos eventos simultáneos y conectados en las ciudades de Washington, Estados Unidos, y Santiago.

Y aunque no serán las científicas, pues eso empezará en el mes de octubre, «son imágenes de prueba, pero realmente espectaculares», afirma la abogada de profesión, que en el mundo de la astronomía trabaja desde 2014 cuando ejerció como directora ejecutiva del observatorio Atacama Large Millimeter Submillimeter Array (ALMA).

Para el equipo de científicos y Voigt, un hito mundial. Qué duda cabe. Y para el resto de la población, amantes de la astronomía, porqué no. ¿Al ojo humano serán visibles?
«Las estamos adaptando para eso. Pero para una imagen normal, científica, necesitaríamos 100 televisores HD para poder verla completa. Entonces, lo que hacen los equipos es procesarlas, adaptarlas a un formato que se pueda mostrar y que se pueda distinguir lo que están viendo. Vamos a ver imágenes estáticas, probablemente galaxias, pero yo no he querido verlas para disfrutar de la sorpresa…», detalla.

La mejor y única parte de este telescopio es que puede hacer películas o Time-lapse de cosas que se mueven en el espacio y eso no se ha visto nunca antes, «así que eso es lo que nos tiene más expectantes, ver cómo se ven estas películas galácticas filmadas en tiempo real. Esta una nueva forma de ver el universo que no existía hasta ahora y que, por lo tanto, nos permitirá descubrir una serie de cosas que no sabemos si es que existen».

En minutos

El telescopio fue creado originalmente –y pensado- para descubrir lo que es la materia oscura y la energía oscura, que es el 95% del universo, «y aunque sabemos que existe, no sabemos cómo es, ni qué es, tampoco de qué está hecha, y eso esperamos que esta cámara precisamente pueda desentrañar», afirma Voigt.

Pero a su vez, una serie de otras preguntas científicas, con su capacidad de hacer este paneo del cielo sin parar durante 10 años, mostrará una serie de elementos «que yo creo que ni sabemos que existen».

Explica que todos los datos que se captan en el Cerro Pachón se van por unos tubos de fibra óptica híper rápida al laboratorio que va a procesar las imágenes en San Francisco, Estados Unidos, «y de ahí se repartirán a los centros de datos donde se alojará la información: aquí en La Serena, en Francia e Inglaterra, y será todo en cuestión de minutos para que los datos queden disponibles para los científicos en tiempo real».

Visible al
ojo humano

En el Vera Rubin existe un grupo muy pequeño de científicos que ha tenido acceso a las fotografías, pero como manifiesta Voigt, «han sido celosos para que no se filtren, porque este es un proyecto que tiene múltiples colaboraciones».

Esto, porque en Estados Unidos está el Departamento de Energía, la Agencia Nacional de Ciencias, «que es la que nos financia», pero también el laboratorio que construyó la cámara, «además de nosotros, la Corporación Aura, y múltiples instituciones y universidades que han estado involucradas en todo el proyecto».

Basta que uno se entusiasme demasiado compartiendo la imagen con alguien y adiós sorpresa, «por lo que han sido celosos justamente en que las imágenes puedan ser entendibles al ojo humano, sin perder su sentido científico, y se está trabajando en eso».
Pese al extenso trabajo desde el 15 de mayo del año pasado, cuando un avión procedente de los Estados Unidos aterrizaba en el aeropuerto en Santiago con la cámara más grande construida para la astrofísica, con una inversión de US$168 millones, hasta el momento «todo ha funcionado muy bien», garantiza la profesional.

«Porque cuando uno pone en marcha estas cosas que no han sido creadas antes, que no han funcionado nunca antes, todo puede fallar: desde los sistemas tecnológicos hasta la calidad de la imagen o la posibilidad de ver o no ver. Pero todo ha salido súper, incluyendo la calidad de las imágenes que vamos a mostrar este lunes».

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