El Mineduc reportó 6.770 inscritos este año, entre menores de edad, adultos que buscan validar estudios y quienes desean continuar su formación. Desde la Seremi subrayan que, aunque la modalidad ofrece flexibilidad, el aula sigue siendo el espacio clave para el desarrollo integral, mientras jóvenes como Belén Espinoza valoran esta forma como una vía para continuar aprendiendo fuera del sistema tradicional.

Por: Valentina Echeverría O.

En la región de Coquimbo, 6.770 personas se inscribieron este año para rendir exámenes libres, una modalidad que permite certificar estudios básicos o medios fuera del sistema escolar formal. Según cifras del Ministerio de Educación, 1.789 corresponden a menores de edad, 3.344 a adultos que buscan fines laborales y 1.637 a quienes desean continuar sus estudios.
Aunque el número de inscritos muestra una leve disminución respecto al año anterior, donde se marcó un total de 6798 personas, las cifras evidencian una demanda constante por esta alternativa educativa.
El seremi de Educación, Nicolás Pérez, valoró el interés por completar trayectorias formativas, pero subrayó que el aprendizaje integral ocurre principalmente dentro de las aulas. «Asistir a jardines infantiles, escuelas y liceos es clave para el desarrollo socioafectivo de niñas, niños y adolescentes, porque ahí comparten con pares y se promueven hábitos fundamentales para su vida en comunidad».
«La modalidad de exámenes libres puede entregar conocimientos, pero no sustituye la convivencia y el aprendizaje colectivo que se da en la escuela, aprendiendo a relacionarnos bien, a resolver nuestras diferencias, conversando, a aceptar y respetarse entre todos. Esta mirada integral en la formación de personas es lo que define el sistema educativo».

Una experiencia fuera del aula

Entre quienes optaron por esta modalidad se encuentra Belén Espinoza, quien cursó toda la enseñanza media fuera del sistema tradicional y rindió exámenes libres entre los años 2015 y 2019.
«Mis papás son profesores y hace rato estaban dudando del sistema educativo chileno de escuela tradicional, así que me dieron la opción de salir del colegio y estudiar en una escuela libre. Pero como no estaba reconocida por el ministerio, por lo que ellos no podían hacer evaluaciones para poner notas y hacernos pasar de curso, entonces, si es que yo quería completar la enseñanza media, tenía que sí o sí dar exámenes libres».
Belén recuerda que, al cumplir la mayoría de edad, optó por rendir las pruebas como adulta porque eran más flexibles, según comentó. «Los exámenes para menores de edad eran mucho más específicos, abordan demasiados temas de todo el año, son o eran 30 preguntas y si te iba mal en una te bajaba el puntaje, así que esperé a cumplir dieciocho y poder darlos como mayoría de edad».
Prepararse por su cuenta, dice, fue uno de los mayores desafíos. «En la escuela donde estudié no nos preparaban para los exámenes libres. Tuve que hacerlo sola, aprender técnicas de estudio que no tenía y pedir ayuda a un profesor. Fue difícil, porque son muchos contenidos y no tenía las herramientas para estudiar de forma autónoma».
Aun con las dificultades, la joven reconoce que la experiencia le enseñó disciplina y autoconfianza. «Si volviera en el tiempo, aun así elegiría hacer exámenes libres, no porque me gusten, sino porque es la única opción que existe. Yo en ese momento no la necesitaba para el lugar al que quería entrar».

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