En menos de tres semanas al mando de la Zona de Carabineros Coquimbo, el general Christian Brebi ya recorrió las tres provincias y visitó unidades rurales y urbanas. Oriundo de Concepción y con más de tres décadas en la institución, su llegada coincide con un momento complejo: el aumento de incautaciones de drogas, delitos violentos en sectores periféricos y la presencia de armas de fuego en distintos procedimientos.

Por Joaquín López Barraza

«Es un honor y una gran responsabilidad», dice al iniciar la conversación. «Estar a cargo de cerca de 1.800 hombres y mujeres en una región tan diversa como la nuestra me llena de orgullo, pero también de compromiso. Sé el nivel de responsabilidad que esto implica».

¿Cuál será su sello al frente de la zona?
Para nosotros lo principal es la seguridad de la ciudadanía, pero el sello es claro: la relación comunidad–Carabineros. En la medida que generemos más cercanía con los vecinos, obtendremos información valiosa, y la información es clave para la labor policial. Con eso podemos diseñar servicios especializados, rondas extraordinarias y órdenes de investigar junto al Ministerio Público.

¿Cuáles son sus prioridades inmediatas?
Desarticular bandas criminales. Nuestra región produce una cantidad importante de drogas que abastecen a gran parte del país. Hemos logrado incautaciones relevantes en estos días: marihuana en distintas fases, cocaína, dinero, vehículos y, sobre todo, armas.
Eso me preocupa especialmente: la cantidad de armas largas, escopetas, pistolas automáticas y la adaptación de armas de fogueo para delitos. Cada arma que sacamos de circulación significa un ciudadano menos expuesto y un carabinero menos en riesgo.

¿Qué diagnóstico hace de la seguridad en la región?
—Tenemos delitos que han bajado, pero otros que aumentan, y el microtráfico es una de nuestras mayores preocupaciones. La gente en los barrios conoce lo que ocurre, por eso insistimos en fortalecer la relación con las juntas de vecinos. Tenemos equipos que trabajan directamente con la comunidad para recoger esa información, procesarla técnicamente y transformarla en investigaciones.

Agradezco mucho el trabajo del Ministerio Público, que ha sido muy receptivo y permite que estas denuncias se traduzcan en detenciones masivas o incautaciones de droga y armas.

¿Dónde están hoy los principales focos delictuales?
Principalmente en las zonas céntricas de La Serena y Coquimbo, y también en el sur de la región, donde se concentra el tráfico en grandes cantidades. Pero hay fenómenos que resurgen, como la receptación y la venta de productos robados, y ahí aprovecho de hacer un llamado a la comunidad: no compren especies de origen dudoso. Eso también alimenta el circuito delictual.

En zonas rurales también se han registrado hechos violentos. ¿Habrá más presencia policial?
Estamos actuando en dos frentes: reforzando el personal uniformado y trabajando en investigación delictual encubierta. No puedo entregar detalles por razones operativas, pero tenemos equipos destinados a esas zonas y estamos ingresando personal de distintas unidades para estabilizar los sectores más golpeados.

Si logramos darle tranquilidad a una junta de vecinos o a una comunidad rural, estamos cumpliendo nuestra función.

¿Cómo evalúa la coordinación con otras instituciones?
Muy buena. En mis años de servicio he estado en distintas regiones y puedo decir que pocas veces he visto tanta cercanía entre las autoridades locales, el Ministerio Público y las policías. Tenemos un trabajo muy alineado con la Delegación Presidencial, los municipios y los seremis, lo que nos permite tener resultados más rápidos.

¿Qué papel cumplen las unidades especializadas en este nuevo periodo?
Fundamental. Hoy contamos con OS7 y OS9, además de Labocar, Aeropolicial y Asuntos Internos. Son equipos que permiten abordar delitos complejos con tecnología y pericia técnica. Cada uno contribuye a un mismo objetivo: dar seguridad y tranquilidad a la ciudadanía.

Se ha hablado de reforzar la infraestructura y el parque vehicular. ¿En qué pie están esos proyectos?
Este año y el próximo veremos nuevos vehículos y remodelaciones que nos permitirán atomizar las acciones policiales y mejorar la cobertura territorial. Pero tan importante como las cifras es la percepción de seguridad. Cuando una persona ve a un carabinero patrullando su barrio, eso genera confianza. Por eso trabajamos con personal uniformado y civil, en horarios y días diferenciados, para atacar horarios críticos.

¿Qué avances se contemplan en materia de infraestructura?
—Estamos fortaleciendo dos puntos: la remodelación de la subcomisaría de Tierras Blancas y la unidad policial de Paihuano, además del refuerzo de las líneas fronterizas. Sabemos que la región necesita más presencia, y aunque tenemos déficit de personal, hacemos un llamado a los jóvenes a postular a Carabineros. Necesitamos renovar nuestras filas con nuevas generaciones, con energía, tecnología y compromiso.

¿Ese refuerzo fronterizo tiene relación con la producción de marihuana en la zona?
Absolutamente. La región de Coquimbo es una de las principales zonas productoras de marihuana del país, y eso nos obliga a actuar con unidades dinámicas y tecnología de punta. Las bandas ya no operan como hace 20 años: usan armamento de guerra y sistemas de comunicación sofisticados. Por eso necesitamos drones, cámaras, inteligencia artificial y coordinación aérea para anticipar sus movimientos.

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