
Christian Álvarez y el SAG refuerzan el llamado a no trasladar el fruto y aseguró que se han inyectado por lo menos $1.500 millones en las campañas de captura del insecto, que podrían llegar a los $5.000 millones.
La Ceratitis capitata, más conocida como la mosca de la fruta, es un insecto que nuevamente ha estado acechando los cultivos de la región de Coquimbo. Ante este escenario, el Servicio Agrícola y Ganadero (SAG) ha activado cinco campañas de captura en la provincia del Limarí, con el fin de controlar y tratar las zonas (Fundina, Pichasca y Seron) donde se han detectado estos especímenes.
En relación con este foco el seremi de agricultura Christian Álvarez explicó que «el haplotipo –que es la caracterización genética de la mosca– es de carácter argentino principalmente, por lo tanto, uno podría pensar que esto pasó tanto por pasos regulados como por entradas no reguladas».
Una campaña de captura contempla varias líneas de acción, pues una es el control y tratamiento de los lugares donde se detecta al insecto en las trampas, donde se hace una labor de muestreo y picado de fruta, intensificación de trampas y todo eso se establece en un área reglamentada de 7,2 km, en la que todos los árboles frutales se descargan y sus frutos se entierran en zanjas especialmente habilitadas para ese efecto», explicó la autoridad.
Responsabilidad de la ciudadanía?
El seremi asegura que debido a estos brotes ha habido un impacto relevante en la agricultura, pero recalcó que «hay que entender que el Ministerio está haciendo los esfuerzos por controlar estos focos».
Al respecto, cuenta que «tenemos alrededor de 500 personas trabajando en todas las campañas, con personal extraordinario del SAG», afirmó, puntualizando que «ya se ha invertido sobre los $1.500 millones y potencialmente podríamos llegar hasta $5.000 millones, por lo tanto, hay un compromiso serio».
Pese a las inyecciones financieras que se les ha hecho a las campañas para controlar los brotes, fue enfático en señalar que «las dificultades principales que se dan tienen que ver con el comportamiento de la población, especialmente de los comerciantes» quienes, a su juicio, no han colaborado como se esperaba.
Respecto a la duración de este tipo de campañas, Álvarez recordó la anterior, que fue la primera de carácter rural, que se extendió por 13 meses en Punitaqui y Ovalle.