Luego de los resultados de las diligencias a diez cuerpos por la sospecha de errores en la identificación. Y aunque queda todavía trabajo que hacer a nivel forense, «lo que ya está identificado queda prácticamente escrito en piedra…», dijo el ministro Sergio Troncoso.

Por René Martínez Rojas

En 1998 se realizaron las exhumaciones en la fosa común del cementerio de La Serena, que encerraba los últimos enigmas de la dictadura. Después de 25 años, familiares desenterraban los cuerpos de quince hombres fusilados por la infame Caravana de la Muerte.

Se sabría por entonces el paradero de las víctimas de octubre de 1973. Sin embargo, hubo errores en la identificación, después de que el Servicio Médico Legal (SML) explicara que la tecnología ocupada a fines de los años 90 era precaria.

Equivocaciones que hoy, y luego de un proceso de exhumación de diez cuerpos, previa autorización de familiares, se corroboró la identidad «y de una manera bastante correcta al menos de seis de ellos concretos, completos, y de manera parcial, los restantes», dijo el ministro Sergio Troncoso, encargado de causas de Derechos Humanos de la Corte de Apelaciones de La Serena.

Nuevos restos

Fue este miércoles que se reunió con las familias de las víctimas del episodio Caravana de la Muerte en La Serena, «pudiendo corroborar que todos los restos que estaban adjudicados como de víctimas efectivamente lo eran».

Entre los cuerpos, también restos de las extremidades de Jorge Peña Hen, músico asesinado –junto a otros 14 compañeros por personal del Ejército- como certifica la ficha de defunción producto de lesiones cráneo faciales, torácicas y raquideas por balas.

«Cuando le entregaron a su familia las osamentas incompletas que habían sido recuperadas, ellos decidieron incinerar sus restos y ahora aparecieron otros distintos, que corresponden a las manos y a un pie, piezas que en su oportunidad no le habían sido entregadas», sostuvo el ministro.

Agregó que «está notificada la familia, presente en la reunión, respecto de la existencia de estos nuevos restos asociados al profesor».

Material genético

En los años de la exhumación original, realizada en 1998, explica Troncoso que el trabajo fue fundamentalmente antropológico «y de superposición de fotografías con osamentas para una forma de identificación forense más bien rudimentaria, pero que era la que estaba disponible como tecnología en la época», ante sospechas de errores en la identificación tras ser entregados a sus familiares.

Lo que se hizo fue tomar muestras de cada una de las osamentas para obtener material genético.

Mientras que ahora «fue un trabajo mucho más científico, validado internacionalmente por el Servicio Médico Legal, y que está asociado a un trabajo antropológico en cuanto a que ciertas piezas óseas no permiten extraer ADN por el tamaño o por el tipo de pieza en que no se conserva de la misma manera».

Así también, las diligencias confirmaron que una de las exhumaciones no correspondía a la víctima identificada, sino a otra víctima, por lo que sus restos se entregarán a la familia y paralelamente se exhumará el cuerpo cuya identidad se desconoce.

Tras la cita con los familiares, el ministro reconoció que «han vivido numerosos procesos de duelo a propósito de la pérdida y de la búsqueda de los restos, que fueron exhumados 25 años después de la ocurrencia de los hechos, y han pasado 25 años más y se ven enfrentadas nuevamente a una situación de una importante revictimización, lo que implica arrojar un manto de duda respecto de si los restos efectivamente corresponden a los que les fueron entregados. Entonces ha sido un proceso muy doloroso para las familias. Fue una jornada muy emotiva, con muchas emociones muy encontradas».

Y aunque queda todavía trabajo que hacer a nivel forense, señaló que «la identificación que ya está hecha, está firme, no hay cambios, así que lo que ya está identificado queda prácticamente escrito en piedra».

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