
La noche estuvo llena de festejos, pero al amanecer, la ciudad era un basural. Tras la fiesta más grande que se recuerda en el Barrio Inglés, los trabajadores de limpieza tuvieron que encargarse del desastre desde muy temprano en la mañana.
Por Eduardo López Segovia
El histórico triunfo del aurinegro emocionó a toda la comuna puerto. Los hinchas celebraron como nunca la victoria de la escuadra pirata. Sin embargo, tras la gran fiesta en el icónico Barrio Inglés, reapareció un problema recurrente: la acumulación de basura en la ciudad después de los festejos.
Para muchos fue un lunes de resaca; para los funcionarios de aseo, un inicio de semana con dolor de cabeza. Pero no por el domingo agitado, sino por la enorme cantidad de desechos que cubría la vía pública.
Desde las seis de la mañana, cuadrillas de limpieza se pusieron manos a la obra, apoyadas por personal de mantenimiento municipal y la empresa Demarco. A los trabajadores del turno de la tarde se les pidió llegar antes para reforzar las labores.
Mientras algunos recién iban rumbo a dormir, en la otra cara de la moneda los trabajadores ya estaban listos para comenzar su jornada.
Es el caso de Rosa Joque, barredora de Demarco, quien no participó en la celebración porque debía cuidar a su madre. «Cuando llegué era un vertedero», comentó.
A medida que llegaban más trabajadores, se dividieron en cuadrillas. Lo primero fue botar todo lo «grueso»: botellas, vasos, cajas y todo lo que el camión recolector pudiera cargar. Luego vino lo «fino»: tierra, confeti, challa y polvo, todo aquello que pudiera barrerse.
Marta Alday, supervisora del equipo, relató que «había tantas botellas tiradas, tanta basura, que ni se podía caminar». Y añadió: «Nunca había visto tanta basura en un evento del Barrio Inglés».





























