La salida de Nilo Lucero y Óscar Tapia sorprendió al Concejo Municipal y a los trabajadores del área de salud. En su reemplazo fueron designados Marcelo Gutiérrez y Emiliano Trujillo.

Por Joaquín López Barraza

En apenas dos días, la Corporación Municipal Gabriel González Videla volvió a quedar en el centro del debate. Primero fue la renuncia solicitada a Nilo Lucero, quien había asumido como secretario general en mayo de este año. Menos de 24 horas después, el municipio confirmó también la salida del director del Departamento de Salud, Óscar Tapia, y el ingreso de Emiliano Trujillo en su reemplazo.

Los cambios, informados oficialmente por la casa edilicia, marcan un nuevo episodio en la compleja etapa que vive la corporación, actualmente bajo investigación judicial y con una deuda que bordea los 80 mil millones de pesos, convirtiéndola en una de las más endeudadas del país.

Un cambio
inesperado

Lucero fue reclutado desde el sector privado con la misión de «ordenar la casa» y reestablecer la confianza en la gestión de la corporación, fuertemente cuestionada tras las querellas por presunta administración desleal y pagos improcedentes en el área de salud y educación.

Su perfil técnico, ajeno a los equilibrios políticos internos, fue valorado por el Concejo en el momento de su nombramiento. Por eso su salida, apenas cinco meses después, tomó por sorpresa a los ediles.

«Yo tenía confianza en él, porque sentía que hablaba con la verdad», comentó el concejal Cristian Marín. «En la última comisión de presupuesto incluso discutimos sobre la gravedad de la situación financiera, y él asumía con franqueza lo que pasaba. Por eso me parece complejo que ahora todo cambie, tan de golpe».

Marín advirtió que la inestabilidad de la dirección de la corporación puede agravar un problema que ya es estructural. «En menos de una semana pasamos de trazar acuerdos a partir de un consejo cerrado, a quedar otra vez sin rumbo. La comunidad necesita certezas, no improvisaciones», señaló.

El edil también expresó preocupación por el impacto que esta seguidilla de movimientos tiene en el personal. «Hay que tener prudencia al hablar de cierre de la corporación o de despidos. Detrás de cada oficina hay funcionarios que viven con incertidumbre sobre su futuro laboral. Este es un tema humano y debe tratarse con responsabilidad», recalcó.

El segundo movimiento confirmado por el municipio fue la renuncia del médico Óscar Tapia, quien había asumido la dirección del Departamento de Salud luego de su fallida candidatura a consejero regional. Su salida también causó sorpresa entre los sindicatos y equipos de atención primaria, que sostuvieron reuniones de planificación con él durante la semana pasada.

En su reemplazo fue designado Emiliano Trujillo Zamorano, kinesiólogo con experiencia en gestión de salud pública, quien asume el desafío de recuperar la confianza de los trabajadores y estabilizar el funcionamiento de los centros de salud familiar, hoy golpeados por la falta de recursos.

Paralelamente, la alcaldesa Daniela Norambuena confirmó que el nuevo secretario general de la corporación será el abogado Marcelo Gutiérrez, exgobernador de Elqui y figura reconocida en la administración pública regional.

Según el comunicado oficial, los cambios buscan «fortalecer la gestión institucional y avanzar en la reorganización administrativa, en línea con la transparencia y el uso responsable de los recursos públicos».

Dudas en
el Concejo

Para la concejala Rayén Pojomovsky, los movimientos generan más preguntas que certezas. «Hace una semana tuvimos un consejo cerrado donde se habían delineado las acciones a seguir y se valoró el trabajo del equipo de Lucero. Por eso esta decisión resulta desconcertante», expresó.

La edil sostuvo que la medida contradice los acuerdos alcanzados recientemente. «Me cuesta creer que se le haya solicitado la renuncia después de todo lo que se dijo sobre la importancia de su labor. Esto parece responder más a una diferencia política interna que a una evaluación técnica», planteó.

Además, advirtió que los recientes nombramientos implican un giro en el perfil de conducción de la corporación. «Lucero provenía del mundo privado y su gestión tenía un carácter más técnico. En cambio, Marcelo Gutiérrez tiene una trayectoria política dentro del oficialismo local, por lo que el mensaje que se entrega es distinto. Hoy se refuerza una línea política más que técnica», añadió.

Por ahora, tanto Gutiérrez como Trujillo deberán asumir sus funciones la próxima semana, con la tarea de enfrentar una corporación debilitada, una deuda gigantesca y un clima político que, lejos de calmarse, parece entrar en una nueva etapa de tensión.

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