
En el Día Internacional de la Reinserción Social, la autoridad regional abordó los desafíos estructurales del sistema, defendió el trabajo con jóvenes infractores y rechazó propuestas como la rebaja en la edad de responsabilidad penal: «No podemos seguir confundiendo seguridad con castigo», señaló.
Por Joaquín López Barraza
«La mayor gloria no es no caer nunca, sino levantarse cada vez que caemos», es la frase atribuida a Nelson Mandela —quien pasó 27 años en prisión antes de convertirse en símbolo de la reconciliación— inspira cada 18 de julio una jornada de reflexión global sobre el derecho a empezar de nuevo. En Chile, esta fecha también recuerda que la reinserción no solo es una política pública, sino un compromiso social pendiente.
En ese contexto, y con motivo del Día Internacional de la Reinserción Social, la seremi de Justicia y Derechos Humanos de la Región de Coquimbo, María José Rojas, enfatiza que avanzar hacia una sociedad más justa exige un esfuerzo compartido. «La reinserción no es tarea exclusiva del Estado, requiere del compromiso de los municipios, el sector privado, las organizaciones de la sociedad civil y también de la comunidad. Si no abrimos espacios reales, con voluntad, formación y empleo, no hay posibilidades efectivas de cambio».
Evaluación del sistema: avances y brechas
Consultada por la situación del sistema de reinserción a nivel regional, la seremi hizo un diagnóstico mesurado. «En estos últimos años, ha habido un reforzamiento del trabajo intersectorial y programas como el CRECER o el Programa de Apoyo al Egreso (PAE), que acompañan de forma integral a las personas que terminan una condena. Pero todavía falta mucho. Seguimos teniendo una deuda estructural en infraestructura, oportunidades laborales y acceso a educación».
Añadió que es clave no limitar la discusión solo al ámbito penitenciario: «Hay que mirar también lo que ocurre con los adolescentes, con las familias, con los territorios donde se reproduce la exclusión. Por eso trabajamos con Gendarmería, pero también con otros ministerios y actores locales».
«No queremos más etiquetas de peligrosidad»
Uno de los focos prioritarios —según Rojas— son los jóvenes en conflicto con la ley. «Nuestro objetivo con los programas del Servicio de Reinserción Juvenil es evitar que estos jóvenes vuelvan a delinquir. Pero más allá de eso, lo que buscamos es que puedan construir un proyecto de vida distinto. Eso no se logra solo con vigilancia, se logra con apoyo psicosocial, educación, arte, cultura, familia».
Frente a discursos que criminalizan a la juventud, fue enfática: «No queremos más etiquetas de peligrosidad. Lo que queremos es generar oportunidades antes de que sea tarde. Por eso, también es muy preocupante que hoy se esté discutiendo con tanta liviandad una rebaja en la edad de responsabilidad penal».
Rebaja de edad penal
La autoridad criticó la iniciativa parlamentaria que busca reducir la edad penal de 14 a 12 años. «Es una propuesta peligrosa, populista y completamente alejada de la evidencia. Todos los organismos internacionales —incluyendo Unicef y Naciones Unidas— han señalado que castigar más no reduce el delito. Al contrario: lo agrava. Un niño de 12 años no necesita cárcel, necesita contención, educación y acompañamiento».
En su opinión, medidas como esta no solo fracasan en su objetivo declarado, sino que refuerzan estigmas y perpetúan ciclos de exclusión. «Si queremos una sociedad más segura, la respuesta está en la prevención y en la justicia restaurativa, no en el punitivismo», expresó.
Iniciativas en la región y articulación público-privada
Entre las acciones destacadas por la Seremi, se encuentra el trabajo coordinado con gremios, empresas y organismos técnicos de capacitación para generar cupos laborales a personas que egresan del sistema penitenciario. «Hemos tenido experiencias valiosas con algunos municipios y privados que han abierto sus puertas, pero necesitamos que esto se amplíe. Hay mucho temor y prejuicio que derribar».
Además, relevó el rol de la educación dentro de los recintos penitenciarios. «Hay personas privadas de libertad que están terminando su escolaridad, otras que estudian carreras técnicas, y eso tiene un impacto real en su proceso de reinserción. Porque como decía Mandela: lo importante no es no caer, sino saber levantarse. Y esa posibilidad de levantarse tiene que estar disponible para todos».
Desafíos pendientes
Antes de finalizar, Rojas reiteró que el proceso de reinserción social debe entenderse como una política de Estado y no como una medida secundaria. «No es un acto de caridad, es una estrategia de seguridad y de justicia. Si solo encerramos sin acompañar, estamos sembrando violencia futura».
Agregó que hay desafíos urgentes: mejorar las condiciones carcelarias, aumentar los cupos en programas de reinserción, implementar más iniciativas de formación para el trabajo y, sobre todo, cambiar la mirada social. «Las personas no se definen por un error. Se definen por lo que hacen para repararlo y para seguir adelante».