
Por René Martínez Rojas
A horas de los comicios presidenciales y parlamentarios, la región de Coquimbo se perfila nuevamente como un escenario importante en la definición.
Según el padrón electoral publicado por el Servicio Electoral (Servel), la región cuenta 677.000 votantes habilitados, sin duda un importante porcentaje, aunque lejos de las regiones más grandes del país como la Metropolitana, Valparaíso y Concepción.
De ese total, un importante número es de las mujeres, consolidando una mayoría femenina que se ha mantenido constante en los últimos procesos electorales, aunque no incidiría de forma significativa en los resultados de mañana, como explica el académico de la Universidad Católica del Norte, Manuel Escobar.
«La verdad es que no hay estudios concluyentes de que haya una preferencia específica de las mujeres en las elecciones. Lo que sí hay, es que más bien el voto depende no solamente del género, sino que también de condiciones socioculturales. Entonces lo más determinante, más que el sexo, es el contexto sociocultural en donde están esas mujeres».
Y agrega que tampoco significa «que las mujeres voten por mujeres; eso es falso. Entonces no es que las mujeres tengan un comportamiento de voto muy distinto a los hombres, sino que depende de su situación de contexto educacional, sociocultural y el lugar donde viven, por lo que no es determinante el voto femenino propiamente tal».
Un espacio muy relevante
Para Paulina Mora, seremi de Gobierno, las mujeres «siempre hemos sido fundamentales para el desarrollo social y político de nuestra sociedad, y eso se expresa, por ejemplo, en la participación histórica que hemos tenido: son mayoritariamente las mujeres quienes dirigen y sostienen las organizaciones sociales, los comités de vivienda, las agrupaciones de cuidadoras, los centros de madres y los clubes de personas mayores».
Porque si se considera que recién en 1952 las mujeres pudieron votar en elecciones presidenciales y parlamentarias, «en poco más de 70 años han logrado hacerse un espacio muy relevante para expresar sus posiciones a través del voto…».
En las últimas semanas una parte de los abanderados no ha dudado en centrar sus esfuerzos precisamente en el voto femenino, adelantando parte de sus propuestas y haciendo varios guiños.
En ese punto, reconoce Escobar que «eventualmente podría tener algún tipo de diferencia respecto de candidatos que promuevan ciertos principios o proyectos que sean favorables o que perjudiquen a las mujeres, que es otra cosa».
Y especialmente en la presidencial, «en que uno podría decir que la mujer estaría más proclive a votar por candidatos que estén más alineados con sus intereses de género».
Lo que no es igual en las parlamentarias, «por cuanto no hay una diferencia muy significativa, ya que, además, en esta es mucho más difícil identificar a un candidato que esté a favor o en contra de un planteamiento específico. Entonces si me preguntas si acaso el voto de la mujer podría marcar una diferencia, no es tan significativo y determinante en general».
Una de las principales novedades de este proceso electoral es el retorno del voto obligatorio, algo que no ocurría desde 2012. Un cambio que podría modificar sustancialmente la composición del voto efectivo, especialmente en los segmentos más jóvenes.





























