Familiares, colegas y vecinos, despiden a Don Miguel Araneda

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Con globos blancos, pétalos de flores y bocinazos fue despedido Miguel Araneda, el conductor de colectivo que falleció tras un brutal choque el pasado lunes en el sector de El Panul, en Coquimbo. En una jornada cargada de emociones, la esposa y sus hijos tuvieron el último encuentro con su ser querido. Hubo una multitudinaria caravana escoltada por Carabineros desde la Avenida El Sauce hasta el crematorio de Guayacán.

Pesar en la comunidad porteña. En la jornada del jueves, los restos de Miguel Araneda fueron entregados al crematorio de Guayacán, como era su intención en vida. El conductor de la Línea 65 de colectivos La Herradura-Sindempart, había muerto después de que un camión pasara por encima de su vehículo, en el lugar fallecieron otras dos personas.

El día comenzó muy temprano para la comunidad de colectiveros de la Línea 65. La directiva se organizó y preparó el último adiós para su eterno colega. En la sede de calle Los Pinos esperaron con globos y pétalos de flores a la carroza que trasportaba a Miguel, para armar una caravana hacia el cementerio.

«Quisimos que la familia sienta el apoyo de todo sus compañeros de pega, nosotros en la Línea 65 hemos formado lazos importantes en este último tiempo y demostramos todo el cariño al colega», añadió Aroldo Maturana, conductor y amigo.

Sin duda uno de los momentos más emotivos del día se dio cuando la secretaria de la línea, Patricia Alfaro, hizo entrega de la hoja de ruta al hijo mayor de Miguel, papel que deben retirar todos los choferes de forma diaria para poder trabajar. En un acto simbólico, el permiso especial decía: «Ruta al cielo, nunca te olvidaremos».

«La idea era hacer sentir que Miguel pedía un viaje especial para salirse del recorrido, esta vez, su destino fue el cielo», señaló Patricia Alfaro, secretaria de colectivos La Herradura-Sindempart.

Tras aquel emocionante momento llegó la hora de la caravana. La carroza que transportaba a Miguel era rodeada de taxis colectivos, que con bocinazos se hacían sentir fuerte. En un largo recorrido que empezó en Avenida El Sauce, luego dobló por calle Los Pimientos y se quedó por un rato en la población donde vive la familia, en el sector Sindempart. Los vecinos salieron a la calle a aplaudir y a expresar solidaridad a la familia.

«Creemos que era necesario hacer este último adiós a nuestro amigo, compañero y colega. En verdad no es el último adiós, porque el recuerdo será eterno y para siempre. Sentimos el cariño de toda la comunidad de Coquimbo cuando íbamos en la caravana, pasaba la gente y tocaban la bocina, fue muy emocionante», finalizó Aroldo Maturana.

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