Ubicada en Av. Francisco de Aguirre 300, está la vivienda que 100 años después de ser adquirida por la poetisa, sigue recibiendo la cuenta de agua a su nombre de nacimiento. Los funcionarios del recinto tienen a su disposición una boleta emitida por Aguas del Valle con fecha de emisión el 4 de marzo del 2017.

Por: Valentina Echeverría

En el marco de la celebración del aniversario 136 del natalicio de Gabriela Mistral, muchas miradas se han posado en la vida y obra de la poetisa, encontrando un dato peculiar poco conocido en una de sus casas declarada monumento histórico.

Si bien las boletas en sí no cuentan como patrimonio oficial, para los seguidores de la diplomática que saben de su existencia, la versión impresa que mantienen resguardada tiene una mística especial.

Al respecto, Claudio Catalán Riveros, coordinador de la casa, explica que «desde el punto de vista cultural, patrimonial y turístico, la boleta es una casualidad que se ha vuelto un dato freak». Por otra parte, Iván Barraza, coordinador y encargado de los tours históricos por la casa, indica que en sus 5 años trabajando en el lugar, han llegado turistas a verla y que el establecimiento no tiene problema en mostrarla a los interesados».

Con respecto a la intención de cambiar el nombre de las próximas boletas, Jorge Henríquez, personal de apoyo en administración y finanzas, señala que «la casa es una institución municipal, la cual está entregada en comodato al Servicio Nacional de Patrimonio Cultural, y en algún momento hicimos la pregunta, ya que a nosotros también nos llama la atención que algunas cuentas estén manejadas a través de Lucila Godoy y estas quedaron en ese estado. Nosotros, como responsables del pago y de brindarle un soporte a la casa de las palmeras en este comodato, no somos los titulares de poder cambiar las disposiciones de la casa de Las Palmeras».

Rodrigo Marcone, mistraliano de la región de Coquimbo, comenta que la situación de la boleta, «es una cosa simpática que la pone un poco en el presente. Uno puede tener esa mirada conservadora y pensar que, en realidad, no aporta en nada, pero también podemos tener una mirada más benévola y decir ´sí bueno´, es una forma de traerla al presente, en este caso Lucila tendría que lidiar con el pago de la cuenta de la luz mes a mes».

También recordando anécdotas, López recordó, «a propósito, Gabriela no hacía nada de lo doméstico, absolutamente nada, le decían ´ocho añitos´ porque la mamá la mandaba a lavar la loza, por ejemplo, y Gabriela le decía ´si si´, y no hacía nada, seguía leyendo y escribiendo. Siempre tuvo secretarias que le resolvieron todo lo doméstico», añadiendo que Gabriela era como una extraterrestre, o sea, vivía en otro mundo.

La asociación de municipios mistralianos, liderada por los alcaldes Daniela Norambuena de La Serena, Hernán Ahumada de Paihuano y Mario Aros de Vicuña, es la encargada de planificar las conmemoraciones en torno a las ocho décadas del nobel a Gabriela, que comenzarán con su natalicio el 7 de abril en la comuna de Vicuña. En tanto, la característica boleta se encuentra en el primer salón de administración de la casa de Mistral a disposición de quien quiera verla.

Casa de las Palmeras

Mistral regresó a Chile luego de haber trabajado durante 2 años en la reforma educacional de México y paralelamente en la creación de bibliotecas populares. Con el dinero que ahorró en esos años, compró la casa de Las Palmeras, ubicada en La Serena, a unas cuadras de la playa y con un amplio terreno que sería su hogar en el año 1925.

El sueño de la poetisa era radicarse allí, junto a su madre, su media hermana y la hija de esta, llamada Graciela, para crear una escuela-granja para los niños campesinos del valle de Elqui, en donde estos pudieran educarse y, a la vez, perfeccionarse en las labores agrícolas. Sueño que nunca pudo concretarse, ya que luego de un año tuvo que partir a Francia para ser delegada ante el Instituto de Cooperación Intelectual, dependiente de la Sociedad de las Naciones, para luego nunca más volver a residir en Chile.

Por otra parte, sus familiares siguieron viviendo en la casa hasta sus respectivos decesos, para luego, en 1990, ser declarada monumento histórico.

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