Por: Valentina Echeverría O.

El Jardín Infantil San Alberto Hurtado de Coquimbo quedó nuevamente sin suministro tras el robo de sus cañerías de agua durante la madrugada del domingo. Se trató del tercer hurto en lo que va del año, que obligó a suspender la jornada del lunes y dejó a 150 párvulos sin alimentación ni actividades pedagógicas.
La directora del establecimiento, Drina Soto, relató que la emergencia se descubrió gracias a un apoderado que pasó por el lugar a primera hora. «Nos avisaron a las 7 de la mañana que una de las redes botaba agua en forma explosiva. Al llegar confirmamos que habían roto y extraído las cañerías de agua que alimentan las redes húmedas. Inmediatamente cortamos el suministro, pero sin agua no se puede funcionar, no se puede dar alimentación ni realizar actividades pedagógicas, por lo que tuvimos que suspender».
Soto detalló que este fue el tercer robo que afectó al jardín en pocos meses. Los anteriores fueron de cañerías de gas, mientras que esta vez los delincuentes apuntaron al sistema de agua. «Claramente esto perturba tanto la realidad familiar de nuestros atendidos como el funcionamiento regular del jardín. Las familias tienen que reorganizar sus vidas para dejar a los niños con alguien y nosotros debemos dar cuenta al Estado del no funcionamiento».
El establecimiento, que pertenece a la Fundación Hogar de Cristo y funciona con recursos estatales, ha invertido en reforzar la seguridad. «Hemos hecho levantamiento de muros, puesto alambres de púas, cerramos todo el jardín con rejas, pero aún así los antisociales se las arreglan para entrar. Es una situación muy compleja porque, por más que hemos puesto medidas de seguridad, hay cosas que no podemos resolver. Estos robos atentan contra el material, la seguridad y los implementos», lamentó la directora.
Tras lo ocurrido, la Fundación trabajó a contrarreloj para restablecer el servicio. «El Hogar de Cristo debe generar los recursos para resolver la situación y reactivar el funcionamiento, lo que logramos hacer al día siguiente, siempre con el temor de que vuelvan a entrar durante la madrugada», indicó.
Desde la comunidad también se levantaron voces de indignación. Un apoderado denunció que la inseguridad se ha vuelto insostenible. «Es la tercera vez que roban. Sin agua o gas los niños no pueden comer ni estar en el jardín, se tienen que ir antes, y eso complica a los papás que trabajan. El jardín no tiene cámaras de seguridad y queda totalmente vulnerable», advirtió.
En tanto, María Teresa Moreno, jefa de Operación Social del Hogar de Cristo en Coquimbo, explicó que en el último mes se registraron tres robos de cañerías en distintos días, todos cometidos de madrugada. «Cada hecho nos obliga a suspender la atención de 150 niños, lo que significa que quedan sin alimentación y sin actividades pedagógicas. El último robo afectó a las redes húmedas, provocando incluso una inundación en el jardín. Aunque hemos reforzado la seguridad con cierres y cercos, los delincuentes siguen entrando», relató.

La profesional añadió que el impacto no solo recae en los párvulos, sino también en sus familias. «Las madres y padres deben reorganizar sus trabajos, muchas veces con dificultades para cumplir en lo laboral. Por eso hemos iniciado un trabajo con las juntas de vecinos, porque cuidar el jardín es un beneficio para toda la comunidad».
Los reiterados hechos mantienen en alerta a las familias y funcionarios, quienes exigen mayor protección para garantizar la continuidad del servicio educativo y de cuidado de los párvulos.

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