Tras su salida de la colectividad por diferencias casi irreconciliables, ve complejo el futuro para un partido que llegó para representar a esa derecha liberal extraviada. A su juicio, la causa principal es más profunda y requiere una autocrítica honesta.

Por René Martínez Rojas

Cuando el partido fue constituido en 2016 jamás imaginaron sus militantes que diez años después estarían cerca de su desaparición. Así, tal cual.

Por eso que existe molestia en Evópoli, especialmente tras los pésimos resultados que obtuvieron en las elecciones parlamentarias del 16 de noviembre, luego de no superar el umbral legal y mínimo para poder sobrevivir.

Incluso, antes de las elecciones en varias regiones y también en Coquimbo, habían renunciado algunos dirigentes: en Tarapacá Yenifer Tapia; en O’Higgins Andrés Jorquera; en Ñuble Alejando Mellado; en Biobío Andrés Souper y en la región Sebastián Muñoz, expresidente regional.

«Los bajos resultados electorales y el riesgo real de disolución que hoy enfrenta Evópoli no pueden explicarse únicamente por factores externos o por el avance de otros sectores. La causa principal es más profunda y requiere una autocrítica honesta: no supieron conectar ni comunicar con la realidad y las problemáticas cotidianas de las personas, lo que viene por años desde directivas nacionales anteriores», cuenta Muñoz.

Aunque podría fusionarse o crear alianzas para evitar su fin, lo cierto es que el panorama no es el mejor, reconoce el exdirigente de un partido que llegó para representar a esa derecha liberal…

A su juicio, los motivos por los cuales muchos han tomado la decisión de abandonas sus filas, son evidentes:

«Mientras la ciudadanía exige respuestas claras y firmes en materias como seguridad, orden público, costo de la vida y empleo, el partido optó en demasiadas ocasiones por diluir su mensaje y votar junto a la izquierda en temas sensibles o levantar banderas identitarias que, aunque legítimas, ya no constituyen una prioridad país».

En ese sentido, explica que «la diversidad hoy es ampliamente aceptada por la sociedad chilena e insistir en ella como eje central, desconectado de las urgencias reales, terminó alejándolos del electorado».

Frases innecesarias

Fue a través de una carta que el partido, una vez conocido los resultados, emitió una carta a todos sus adherentes y militantes, donde explicaba los motivos y reconocía enfrentarse a un panorama complejo.

Admite que «se impulsaron candidaturas que no lograron convocar apoyo suficiente, lo que no solo afectó los resultados individuales, sino que hizo perder un cupo en la representación parlamentaria del conglomerado al que pertenecen. La política no se trata solo de convicciones, sino también de comprender el territorio, el momento histórico y las expectativas de quienes votan».

Además, cree que «tampoco ayudaron ciertas declaraciones públicas que sembraron confusión y distancia con una parte importante del electorado. Frases como aquella del presidente de Evópoli señalando que ‘le dolería la guata gobernar con Kast’ no solo fueron innecesarias, sino que reforzaron la imagen de un partido más preocupado de marcar diferencias internas que de construir mayorías para gobernar».

Respecto a los desafíos, dice que primero «hay que reconectar con las personas, hablar sin complejos de seguridad, desarrollo y oportunidades, y entender que la política se construye desde la realidad, no desde consignas. Si no asumen esta lección con humildad y decisión, el riesgo de desaparecer no será una injusticia, sino la consecuencia de no haber sabido escuchar».

 

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