
Luego del pitazo final en el Francisco Sánchez Rumoroso y el título del equipo por primera vez en su historia, el edil y exjugador porteño comentó a diario La Región que “esta sensación que estoy sintiendo refleja a todos en la comuna…”.
Por René Martínez Rojas
Días antes del momento más histórico de Coquimbo Unido, el alcalde Ali Manouchehri trataba de controlarse. “Espero no terminar infartado, porque realmente estoy bien emocionado”, contaba a diario La Región.
Porque la espera para él y la ciudad fue así: emocionante hasta las lágrimas. “Hace muchos años que no experimentaba esto”, dice el edil en su día más feliz, luego del título de campeón -y a estadio lleno- por primera vez en su historia.
Una y otra vez
Más calmado y desmarcándose un poco de su rol de alcalde, hablando como excapitán y jugador formado en la institución, formula que la campaña del equipo, especialmente la última parte, “la viví con una emoción indescriptible”.
Si bien reconoce que tuvo la oportunidad de pasar buenos años en el club, “con grandes alegrías y también tristezas”, Coquimbo hoy “está a años luz de lo que me tocó a mí en una etapa formativa, de lo que nos tocó en algún minuto en 2005”.
Porque en la actualidad “es una institución sólida que hace bien las cosas, que financieramente está ordenada, que se preocupa de sus divisiones menores, que se vincula con la comunidad, con su municipalidad y que ha permitido que todas las patitas de esta mesa: la hinchada, la dirigencia, el cuerpo técnico y los jugadores y la municipalidad, remen hacia el mismo lado”.
Siempre soñó ser campeón con Coquimbo y más allá de que tuvo la oportunidad de serlo en 2014, “aunque no se ascendió”, y también en 2018 “donde si lo conseguimos, hoy todo es completamente diferente…”.
Levantar su primera copa en primera era el anhelo de toda una ciudad, y más lo es “ver a mi equipo jugando la Copa Libertadores. Esta emoción que estoy sintiendo es la que también refleja a todos los coquimbanos y coquimbanas, algunos siendo hinchas hace más de 50 años, otros con menos tiempo. Porque acá no es solo un club, sino el reflejo de una ciudad, del coquimbano que no se rinde, que se levanta en la mañana a pescar, que se levanta una y otra vez. Vemos ese reflejo en estos jugadores, en este cuerpo técnico, que nos entregó la alegría más linda que puede tener un coquimbano en el ámbito del fútbol”.
Es el triunfo de nuestra gente
Qué duda cabe que el porteño es diferente y eso lo vivió Ali en su carrera como jugador, porque si bien le tocó defender muchas camisetas, tanto en Chile como en el extranjero, “más allá de lo identificado que estoy con mi tierra, creo que se vive de una manera completamente diferente. Porque el coquimbano es especial, ya que tiene una historia de coraje, de humildad, de lucha contra todo y se identifica mucho y también espera lo mismo de su equipo y de sus jugadores dentro de una cancha”.
No duda en señalar que “el coquimbano busca proyectar en su vida diaria cómo quiere que su equipo juegue o cómo quiere que sus jugadores entren a la cancha. Porque jugadores como Galani, Waterman, el Mono Sánchez, Salinas… Tener la oportunidad de ver a Camargo tirándose de cabeza en una jugada, habla de lo que es la ciudad, de lo que somos y de lo que hizo este equipo”.
Mucho antes que el equipo se coronara campeón, en sus calles se sentía ese fanatismo que luego fue plasmado con las banderas aurinegras, instaladas en distintas partes de la comuna.
“Es que cada triunfo que tiene Coquimbo dentro de una cancha es el triunfo de los barrios, es el triunfo de nuestra gente”, aclara.
Esto tiene que ver “porque nos sentimos muy identificados con el amarillo y negro, pues somos el único club prácticamente en el mundo que obtuvo sus colores en una cancha de fútbol. Entonces no son solo los colores de un club, sino de la comuna y cuando pusimos estas banderas fue con dos sentidos: darle un envión de fuerza, de apoyo y decirle al club que la ciudad está detrás y que la gente vea nuestra identidad”.
            
		




























