Georges Bonan, pionero en este enfoque, advierte que la verdadera fortaleza de la región está en su geografía excepcional, capaz de ofrecer al viajero una conexión única con los elementos de la naturaleza y una vivencia transformadora de bienestar.

Por: Valentina Echeverría O.

La región de Coquimbo se ha posicionado en los últimos años como un polo de turismo wellness, concepto que va más allá de los spas y tratamientos de relajación. Para Georges Bonan, economista especializado en marketing y geógrafo experto en identidad territorial, el bienestar turístico en esta zona tiene el sello irrepetible que no debe perderse, que es la conexión con los cuatro elementos fundamentales de la naturaleza —tierra, agua, aire y fuego (sol)— en un mismo territorio.

«En ninguna otra parte del mundo puedes ponerte en un lugar y recibir estas cuatro energías al mismo tiempo», explica Bonan, quien llegó a la región hace más de dos décadas y ha trabajado desde 2012 desarrollando rutas y experiencias. Fue en talleres con empresarios locales donde, a partir de un estudio de mercado sobre «tribus de viajeros», identificó un segmento que llamó los «urbanos cansados», que son personas que buscan escapar de la ciudad para reenergizarse.

De esa reflexión nació el proyecto «El Quinto Elemento», basado en la idea de que la combinación de los cuatro elementos naturales permite al visitante encontrar un equilibrio más profundo. «El wellness no puede reducirse a una cama de cuarzo o un masaje. Eso es parte, pero no el todo. El verdadero turismo wellness en Coquimbo es ofrecer experiencias que permitan a la persona reconectarse consigo misma y volver transformada».

Bonan destaca que este enfoque exige asociatividad entre hoteles, terapeutas, guías y centros de bienestar, más que la lógica de cada empresa intentando cubrirlo todo. «Cuando alguien llega agotado o deprimido desde la ciudad, la acogida es clave. No se trata de meterlo a un spa de 4 a 5 de la tarde y listo, sino de guiarlo en un proceso de búsqueda interior. Eso es lo que genera impacto real».

El especialista reconoce que la pandemia frenó la consolidación de una agrupación formal de empresas wellness, aunque varias continúan trabajando con esta visión. Hoy, advierte sobre el riesgo de «banalizar» la oferta. «Si hacemos lo mismo que en cualquier lugar del mundo, como Mallorca o Santiago, perdemos nuestra ventaja comparativa. El peligro es terminar vendiendo lo mismo que todos».

Por eso, plantea incluso la creación de un «Sello W», que garantice la calidad y autenticidad de las experiencias wellness de la región, al igual que otros distintivos turísticos existentes en Chile. «Es un tema de marketing, pero también de identidad. El wellness de Coquimbo debe diferenciarse y cuidar su norte, proponer experiencias que permitan al turista conectarse con los elementos y encontrar su quinto elemento».

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