
Por Joaquín López Barraza
El Aula Magna se llenó de historias, abrazos y recuerdos. Algunos se saludaban después de décadas; otros, estudiantes actuales, escuchaban con atención a quienes los precedieron en las mismas aulas donde se forjó parte importante de la identidad serenense.
Así transcurrió el simposio «Pasado, presente y futuro del Liceo Gregorio Cordovez», un encuentro que reunió a distintas generaciones en torno a un mismo propósito: mirar hacia atrás para entender cómo el liceo más antiguo del norte chico puede seguir siendo una escuela de vida en los tiempos que vienen.
Fundado en 1821, el Liceo Gregorio Cordovez de La Serena —el segundo más antiguo del país— cumplió recientemente 204 años de historia. En ese largo recorrido, el establecimiento ha sido testigo y protagonista de los grandes procesos sociales de Chile.
Por sus salas han pasado miles de estudiantes, docentes y trabajadores que, desde la educación pública, forjaron trayectorias personales que cambiaron el destino de familias completas en la Región de Coquimbo.
Un liceo que fue faro de cultura y educación
La jornada comenzó con la emoción propia de un reencuentro. Entre los asistentes estaban profesores históricos, exalumnos de distintas generaciones, investigadores, artistas y actuales estudiantes, todos dispuestos a conversar sobre lo que ha significado el liceo en sus vidas y sobre cómo adaptarse a los cambios del presente.
«El liceo surgió como un faro en la ciudad, un faro de cultura y de educación», relata Luis Santiago Gallardo Munizaga, profesor jubilado, escritor y exalumno. «Aunque muchos asocian el faro solo a Gabriel González Videla, la verdad es que la idea nació en el liceo, en la mente de un profesor que soñaba con una luz que guiara a los navegantes hacia puerto seguro. Ese faro, de alguna manera, representa lo que ha sido el liceo para miles de personas: una guía en medio de la oscuridad».
Gallardo fue uno de los expositores principales del encuentro. Desde esa agrupación, integrada por antiguos estudiantes, surgió la idea de organizar una reflexión sobre el futuro del establecimiento en el contexto de su larga tradición.
«Nuestra idea nace de la preocupación por cómo debería prepararse el liceo para los próximos 25 años. Vivimos en un momento donde la tecnología y la inteligencia artificial avanzan a una velocidad impresionante. Son herramientas que pueden ser maravillosas, pero también peligrosas si no se usan bien. Y eso debe discutirse en la educación, especialmente en un liceo con tanta historia como el nuestro», advierte.
«De 2.700 alumnos a 300: un retroceso que dolió»
El exprofesor repasa, con precisión y nostalgia, los momentos de esplendor y de crisis. «El liceo llegó a tener más de 2.700 alumnos, una cifra que muestra el enorme impacto que tuvo en la educación pública regional. Pero luego vinieron decisiones político-administrativas que afectaron su funcionamiento, y en poco tiempo las matrículas cayeron a poco más de 300. Fue un retroceso doloroso, casi vertical, como lo muestran los gráficos. Sin embargo, el liceo siempre ha tenido la capacidad de levantarse de las cenizas», cuenta.
 
             
		



























