
Tras la desaparición de un pescador el jueves pasado luego del volcamiento de su embarcación en el sector costero de Huentelauquén, comuna de Canela, para el gremio es importante que puedan tener estos faros pequeños para alumbrar la entrada a la bahía.
«Voy, pero no sé si vuelvo…», reza el dicho para cada pescador que se lanza a la mar. Tal como lo hicieron el jueves de la semana pasada tres tripulantes a bordo del bote Jesús, pero que lamentablemente tras un volcamiento de madrugada en el sector costero de Huentelauquén, comuna de Canela, uno de ellos aún se encuentra desaparecido.
Hasta ayer, en su quinto día de búsqueda, no había resultados positivos, comenta el capitán de puerto de Los Vilos Felipe Castillo.
A las 5 de la mañana comenzó el despliegue con el equipo de buceo GERSA, que es del Cuerpo Bomberos de Los Andes, a bordo de la lancha del Servicio General Coquimbo, «pero las condiciones meteorológicas, de corriente y marejada, dificultaron en esta tercera», precisa.
Un accidente que quizás con balizas o faros chicos para alumbrar la entrada a estas caletas, se podría haber evitado, afirma Leonardo Ocares (60), presidente de la Federación de Pescadores Artesanales y Buzos Mariscadores Independientes de la tercera y cuarta región.
Para este pescador artesanal de la Caleta Puerto Oscuro, que navega de los 14 años, siempre ha sido complejo, sobre todo en el Limarí y Choapa, «y por eso estamos hablando con el capitán de Puerto de Los Vilos, quien tiene la mejor voluntad para ver la posibilidad de poner balizas…».
En el fondo, explica que teniendo estas balizas «quizás no se evitarán estos accidentes, pero sí vamos a aminorar el riesgo de la pesca artesanal al entrar de noche, sobre todo cuando se dedican a la extracción de la jibia».
Las condiciones tanto de Maitencillo, lugar donde han ocurrido los últimos accidentes, y la caleta de Huentelauquén, en Playa Las Salinas, «es porque no hay una baliza, no hay un faro que guie a los pescadores en la noche».
Entre Tongoy y Los Vilos
Hay gente que está acostumbrada a navegar, ya sea de Coquimbo y Tongoy, pescadores con años de experiencia, «pero no conocen los sectores de acá, por lo que es fácil que una bajería los pille como les pasó a estos muchachos».
Dos lograron nadar y llegar a tierra, aunque uno de ellos en un estado avanzado de hipotermia. Hoy se encuentran estable y en buenas condiciones, aunque con el dolor de aún no poder encontrar a su compañero de travesías.
La federación que lidera comprende de Caleta El Sauce a Pichidangui y ninguna caleta rural, reitera, tiene baliza, «entonces las personas que conocen pueden ingresar, porque al llegar gente de afuera, porque son caletas chicas, es fácil que pase un accidente. En Coquimbo hay faro, también en Los Vilos y en Pichidangui, pero nosotros no tenemos en ninguna de las 15 caletas», entre ellas El Sauce, Talquilla, Talca, Sierra, Maitencillo, Puerto Oscuro, Huentelauquén, Puerto Manso…
Claro que tampoco es llegar e instalarlas, especialmente porque estos desembarcaderos están en terrenos privados «y por eso estamos luchando por la ley de caletas, promulgada en septiembre de 2017. Pero mientras no tengamos las condiciones, el Estado no puede realizar inversiones. Incluso, las vías de acceso son privadas. En cualquier momento las pueden cerrar y los pescadores no pueden entrar a nuestros lugares de trabajo».
Sin embargo, el objetivo de ellos es poder desarrollar esos espacios.
«¿Ha escuchado el dicho entre Tongoy y Los Vilos? Pues hay que decir que no hay nada, ¿verdad? Pero existen comunidades de pescadores, playas, paisajes y un montón de cosas como para poder desarrollar esos lugares. Pero mientras no se ponga una vía de acceso como corresponde, o no se expropien, en las caletas es imposible desarrollar o tener los instrumentos para poder navegar bien».
Como un semáforo
Para estos pescadores, curtidos por el viento y la sal, a veces la mar se transforma en una experiencia traumática. Pese al peligro, no quieren dejar de recorrer la inmensidad del océano que, con un faro, y como advierte Leonardo, todo sería diferente.
En cuanto a las balizas, enseña el capitán de puerto que «estarían aportando específicamente para el personal que conoce la geografía en la noche, pero no quiere decir que una persona que sea de otra caleta, que no conozca el sector, esté exento de algún riesgo a la navegación».
Las embarcaciones de pesca que existen en la región de Coquimbo «netamente efectúan navegación diurna», pero de un tiempo a esta parte se ha sumado la extracción de la jibia que se hace durante la noche «y muchas embarcaciones, principalmente los pescadores, no tienen la experiencia para poder navegar de madrugada en caletas que no son las que están asociados y ese es el factor de riesgo que ha aumentado y que ha provocado los accidentes que hemos tenido», añade Castillo.
En cuanto a la posibilidad de obtener estas balizas, la idea es poder subvencionarlas a través del gobierno, «pero es importante que cada señalización o cada demarcación que se ubique en la costa, tiene que ser debidamente actualizada en la lista de faros de Chile para conocimiento de cualquier pescador que quiera navegar esta agua».
Y si bien considera que estas balizas son una ayuda para la navegación, admite «que es importante que cada marino o pescador que esté navegando en la cercanía, tenga las competencias para saber leerlas e interpretar dentro de una carta de navegación, porque al igual que los semáforos que están en la vía pública, si el conductor no respeta la señal del tránsito, el accidente va a ocurrir igual».
Para eso, un proceso de instrucción y responsabilidad propia de cada pescador de no acercarse a costa o, en su defecto, «si voy a navegar de noche, que la embarcación sea adecuada para tal efecto, con las luces correspondientes y un sistema GPS guía o de radar para poder brindarles la seguridad a la embarcación…».