El espacio ubicado frente a la Vulcanización El Iquiqueño se transformó en un punto de encuentro familiar con luces, chocolatadas y presentaciones infantiles, en una iniciativa comunitaria que se realiza desde 2009 a manos de Hugo Ramírez y que este año alcanzó una de sus mayores convocatorias.

Por: Valentina Echeverría O.

Cuando la noche cae y las luces se encienden, la plaza frente a la Vulcanización El Iquiqueño deja de ser solo un espacio verde y se vuelve una gran postal navideña, de esas que huelen a dulce, suenan a villancicos y brillan con renos, estrellas y en los ojos de cada niño y niña que va a visitarla.

Apenas al doblar por la calle Gabriel González Videla, el ambiente anuncia que algo especial está ocurriendo. Una luz que se ve desde lejos guía el camino hasta la plaza Manuel Rojas, imposible de ignorar. Al acercarse, el espectáculo se revela por completo con familias caminando sin apuro, abuelitos tomados de la mano, niños corriendo entre risas y casas completamente decoradas, como si el barrio entero hubiese decidido ponerse de acuerdo para celebrar.

El corazón del lugar eran las luces, interminables y envolventes, que se iban descubriendo paso a paso. Incluso la casa del propio vulcanizador abría sus puertas: entre herramientas de trabajo y decoraciones navideñas, una pequeña sala adornada ofrecía juguetes y regalos, sumándose a una atmósfera que mezclaba oficio, familia y celebración.

La magia tiene nombre y apellido: Hugo Ramírez, iquiqueño de cuna establecido en La Serena hace 17 años, quien trajo consigo una tradición desde su tierra natal que ha causado furor en territorio serenense. Todo comenzó en el antejardín de su casa, con unos pocos adornos tímidos, hasta que en 2009 decidió dar el salto y regalarle la Navidad completa a la plaza.

«Empezamos con dos monitos pequeños y nunca más paramos», recordó con orgullo. Hoy, cada luz, cada figura y cada detalle instalado en el lugar le pertenece. Todo ha sido levantado con esfuerzo propio y con la convicción de que diciembre se sienta mágico.
Desde Iquique — donde asegura la Navidad se vive con calles encendidas y carros alegóricos —- llegan muchos de los adornos que hoy iluminan la plaza. «Allá no hay casa que no esté iluminada. Yo quise traer un pedacito de eso para acá».

Y es que este año, la respuesta fue masiva. Tras viralizarse en redes sociales, la plaza se llenó como nunca antes. Hugo calculó que entre 1.500 y 2.000 personas llegaron en una sola noche. Familias completas, niños con los ojos brillantes, abuelos, vecinos y visitantes de comuna aledañas.

Hubo una chocolatada, pinta caritas, entrega de dulces, villancicos, samba caporal, coros y shows familiares. El Viejito Pascuero también se hizo presente, regalando sonrisas, fotografías e incluso saludos en video para el recuerdo o para quienes están lejos. Todo pensado para compartir y para creer.

Las luces seguirán encendidas hasta el 31 de diciembre, con jornadas especiales durante toda la noche los días 24 y 31. Después, como todo milagro navideño, llegará el momento de guardar las estrellas y los mono

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