El hecho ocurrió en La Serena, en diciembre del año pasado. Debido a un Alzheimer, don Héctor fue derivado a un hogar, y luego a otro, donde finalmente falleció. Lo que está solicitando la abogada querellante en el caso, «es establecer qué fue lo que pasó, porque ignoramos realmente la causa de su deceso», señaló.
De terror. Así se sintió María Antonieta, profesora jubilada, cuando supo que su esposo, Héctor Godoy, había fallecido. Se enteró un 30 de diciembre, dos días después y por casualidad, cuando incluso ya había sido sepultado. Desde entonces, una búsqueda frenética junto a su hijo y abogada, Johana Montivero, para saber la verdad.
Hace un año exactamente, Montivero tomó el caso, a petición de Mauricio, hijo de María Antonieta, «para ver si podíamos poner una querella en contra de quienes resulten responsables y que en la querella individualicé, por un presunto homicidio culposo, debido al fallecimiento de esta persona de manera muy sorpresiva», explica la jurista.
La historia, que parece sacada de una película, cuenta que ambos contrajeron matrimonio el 17 de febrero de 1995 en La Serena y vivieron juntos hasta el 2022, en el sector de Villa La Florida. No tuvieron hijos en común; aunque ambos sí tenían de anteriores matrimonios.
Sus medicamentos
En abril de 2022 todo cambió. Si bien en 2017 a don Héctor se le diagnosticó Alzheimer, ese año debió ser derivado a un centro para su cuidado.
«Y si bien lo tenía en estado avanzado, no estaba en etapa terminal. Y como su esposa no tenía los medios para mantenerlo con cuidados específicos, junto con la familia del señor Godoy, especialmente con el hermano y su señora, decidieron internarlo», reconoce la abogada.
Pese a que ella no podía acercarse -había una orden de alejamiento por violencia intrafamiliar en favor de ella, cuando aún no se le diagnosticaba su enfermedad-, siempre se preocupó, llevándole al hogar sus medicamentos y elementos de cuidado personal.
Su estadía duró ocho meses en el Eleam En Mi Hogar feliz, en calle George Washington, en La Serena. A petición de la encargada del recinto, se le comunica al tutor -el hermano- que el centro ya no tenía las herramientas para tenerlo y que era importante y necesario que fuera trasladado.
Así, fue derivado el día 28 de diciembre al establecimiento de larga estadía para el adulto mayor, Hogar María Ávila, falleciendo al día siguiente.
Desde la Unidad de Prestadores de Salud y Políticas Farmacéuticas del Departamento de Acción Sanitaria de la seremi de Salud, quienes realizan la fiscalización de los establecimientos de salud y estadía de adultos mayores (Eleam), además de llevar a cabo los procesos de formalización sanitaria (autorización) de estos establecimientos según normativa vigente, señalaron a Diario La Región que el Eleam María Ávila se encuentra en proceso de autorización sanitaria, y el 30 de noviembre se le dio último plazo para subsanar observaciones documentales. Mientras que el Eleam En Mi Hogar Feliz se encuentra sin autorización sanitaria (se trasladó a otro lugar).
Exhumación
Montivero explica que, sin perjuicio de ello, los médicos en el Eleam En Mi Hogar Feliz certificaron el traslado porque don Héctor estaba en buenas condiciones, dado que no tenía ninguna otra enfermedad más que el Alzheimer, «y es ahí donde está la desconfianza de mi cliente, ya que no tenía problemas coronarios, de ningún tipo. Sin embargo, no le avisaron de su fallecimiento, tampoco de su funeral, del que se enteró dos días después».
Aún sin entender nada, se dirigió al cementerio La Foresta, donde le dijeron que la cónyuge había autorizado su entierro, «pero qué ocurrió, que su cuñada, esposa del hermano de don Héctor, se hizo pasar por la cónyuge», esgrime la profesional.
En el certificado de defunción se certificó que había muerto de una falla multisistémica, «y ese diagnóstico de muerte es plausible solo en dependencias de un hospital, es decir que nunca fue trasladado a un hospital y desde las dependencias del hogar salió directo al cementerio», precisa la jurista.