Hoy son funerales de Sor Gregoria Cicarelli la monja que con amor e incansable trabajo se preocupó de los niños más carenciados

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Con muestras de profundo dolor, la comunidad de Coquimbo acudió ayer al velatorio de la Madre Gregoria Cicarelli Salone, fundadora del Instituto Religioso Hermanas Franciscanas Misioneras de Jesús y del Hogar Redes, de la Parte Alta de Coquimbo.

Falleció el jueves a la edad de 91 años, dejando en su paso por la vida una impronta dificil de superar: Un invaluable trabajo con niños abandonados o derivados de la justicia por mal trato.

En la casa central de la Congregación en el sector alto de la ciudad se realizó este acto de despedida y hoy saldrán los funerales para una última misa en la Iglesia Catedral a las 10 horas.

Ayer hubo en Coquimbo tres ceremonias religiosas: en la capilla El Calvario, parroquia San Luis y colegio Santa María de Belén II, de Sindempart.

Ofrendó su vida al cuidado de niños y niñas

La Superiora General de la Congregación de la Hermanas Franciscanas Misioneras de Jesús, Hermana Verónica Collao Aguirre, expresó a Diario LA REGIÓN que la Madre Gregoria, durante su trayectoria como religiosa, ofrendó su vida al cuidado de niñas y niños coquimbanos con serias carencias, incluso en sus últimos años seguía pendiente del bienestar de los pequeños del Hogar Redes y de los alumnos de los colegios de la Congregación Santa María de Belén y Santa María del Refugio.

“La Madre inculcó un espíritu misionero en nuestra región, del que han surgido grandes misioneros y catequistas que siguieron su ejemplo, por eso realizamos este peregrinar, para que toda la gente de Coquimbo pudiera despedirse de ella, para vivir la esperanza e iluminarnos en la fe, para que los fieles nos acompañen ahora cuando nuestra Madre va a los brazos del Padre Dios”.

De la dedicación a los niños con necesidades, la Madre Gregoria, se recuerda que siempre fue una de las principales características de su trabajo, que partió en 1975 con la fundación del Hogar Redes.

“En su trabajo con los niños ella siempre miró más allá de su estado corporal, porque miraba con los ojos de Jesús, con fe, y así ella descubrió a Jesús en el niño, en el pobre, en el joven, en el adulto y en el más necesitado, y en todos ellos fue capaz de reconocer a Jesús, y ese es el legado que nos deja, ir a su encuentro y acogerlo es la misión que ahora nos deja a todos nosotros”

ENSEÑÓ QUE NO HAY QUE HA HACERLE EL QUITE A LAS DIFICULTADES
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Al recordar alguna de sus enseñanzas, la Superiora nos señaló que, “ella siempre le decía a los niños y a nosotras que no había que hacerle el quite a las dificultades, a no restarse frente a los problemas, sino que hay que enfrentarlos con valentía y grandeza, sin perder los valores, los que nunca hay que transar por algo inmediato y superficial”.

Respecto del sepelio programado para hoy al que está invitada toda la comunidad, será a las 10:00 a la misa en la Catedral de La Serena, presidida por nuestro Arzobispo Monseñor René Rebolledo.

«Estamosn todos invitados y serán bienvenidos. después el cortejo saldrá hacia el Cementerio Católico de Coquimbo para el funeral”.

Con emoción, la otrora vecina de la Parte Alta Guillermina Camposjara, fue una de las primeras pobladoras que conoció a la Madre Gregoria, al inicio de su trabajo en ese sector, el que en ese tiempo no tenia pavimentos ni servicios básicos. Era muy pobre.

La recordó con gran cariño y afecto. “Yo llegué a Coquimbo en 1973, a vivir a calle Covadonga, y un par de años después la Madre llegó misionando a mi casa y me acuerdo que fue un encuentro hermoso, porque le dije con estas palabras «para mi es un honor que un religiosa llegue a mi casa, y ella se arrodilló (dijo con voz entrecortada), cuando era yo la que debía arrodillarme, y fue muy emocionante para mí, porque yo esperaba a mi quinto hijo”.

En los primeros años de misión de la Madre, comenzó de manera muy sencilla, con algo de temor también, eran otros tiempos…

“Todo partió con un cartel chico, de lata, que decía que allí en Covadonga, se iba a levantar una capilla. Por eso siempre le doy las gracias a Dios por ponerla en mi camino y en el de los niños más pobres de Coquimbo. De allí partió con la idea de construir el Hogar Redes. Reconozco que ella fue una mujer que tenía el don de ayudar a quien fuera, fue una misionera en toda su expresión, siempre preocupada del prójimo. Lo importante es que uno veía sus obras concretadas. Ella misma preparaba la comida en el hogar al principio y siempre buscó ayuda para sus niños, a los que también vestía, y si alguien no quiere reconocer eso, no se si esa persona vive con los ojos y los oídos tapados”.

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