La Serena en sus primeras horas de cuarentena

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La Feria de Abastos es el claro ejemplo del confinamiento obligatorio

Desde las seis de la mañana que personal de Ejército y Carabineros rondaban diferentes puntos de la ciudad.

Yo, al menos, a las nueve comencé mi peregrinar, que comenzó con una larga espera del colectivo en el sector de Pinamar, entre calle Brillador con Alejandro Flores, en Las Compañías.

Faltando pocos minutos para las diez, a lo lejos se asoma el primer vehículo de la línea 39. En su interior solo un pasajero, una mujer de la tercera edad. La pregunta es inmediata: ¿Hasta qué hora trabajarán? “Eso depende de cada uno, pero hasta ahora ha sido flojo”, responde el chofer.

“¡Mijito, cuídese!”, me ordena la señora cuando me bajo en Colón con O’Higgins.

A una cuadra converso con una persona. Pasan dos policías en bicicleta. Nos miran, los miramos. Pero no se acercan. Mucho menos piden identificaciones o preguntan por nuestra presencia.

Sin embargo, a esa hora los controles ya se veían en varios puntos de la ciudad.

En el centro de ciudad, por calle Cordovez, se ve pasar uno que otro auto. Mucho menos que un día feriado. Ni hablar de las enormes filas que en la esquina con Balmaceda se formaban, incluso hasta el día de ayer.

Se ven más en la Avenida Francisco de Aguirre. Aunque en Balmaceda un control de fiscalización.

¿Por qué saca fotos? ¿Anda con su permiso? Pregunta un carabinero

“Sí, tome…”

Unos segundos para revisar los papeles y explica que hasta ese momento todo ha funcionado bien en ese lugar.

¡Que le vaya bien!”, me dice.

El destino es la Feria de Abastos de calle Esmeralda. Poca movilización de personas. Lo propio en el recinto, y los comerciantes lo perciben.

Isabel González, tesorera del sindicato y con más de 47 años trabajando en el lugar, cuenta que “hemos perdido, al menos en mi caso que me pilló con palta madura, que la compré cara y no se ha vendido, pero en lo demás nos estamos salvando, que no se pierde”, cuenta.

En la feria están funcionando jueves y domingo, y este martes también abrieron, pero solamente para que la gente se abasteciera, “y vino mucha gente a comprar, pero ahora sabemos que será poca la gente la que llegará en los siguientes días”.

En calle Esmeralda un control. A unos metros, en calle 18 Septiembre, otro. En ambos, tranquilidad.

Al frente, una señora con su carrito camina a paso lento. Se detiene y entrega su visión de lo que sucede.

“Es complicado esto de salir y por eso es bueno que hayan decretado cuarentena. Yo pedí mi permiso para venir a la feria, ya que al súper fui el lunes. Vengo a comprar unas cositas y ya no salgo más, pue”, cuenta con voz dulce.

En esta zona los locales que funcionan son escasos. Un kiosco, una un almacén…Y nada más.

 

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