Una cirujana al mando de las once residencias sanitarias en la región de Coquimbo

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Tres días podían pasar desde que un caso sospechoso o confirmado por coronavirus era confinado a una de las once residencias sanitarias dispuestas en la región de Coquimbo.
Eso, hasta el 01 de junio, desde que Carolina Pinto, encargada clínica de la Secretaria Regional Ministerial de Salud, asumiera el puesto e interviniera una de
las políticas públicas claves para controlar la trazabilidad del virus y evitar su propagación.
Pinto es de profesión médico cirujana, madre de un hijo, y antes se desempeñaba como contralora en la Comisión de Medicina Preventiva e Invalidez, popularmente conocida «Compin», y además cumplía horas en un
recinto de Atención Primaria de Urgencia. Hoy mantiene esas funciones.
El 21 de junio, el Ministro de Salud, Enrique Paris, instruyó definitivamente algunos cambios en la política pública, dirigida a las personas que
han sido diagnosticadas con la enfermedad y que no pueden realizar una
cuarentena efectiva en su domicilio, ya sea porque no cuentan con las condiciones adecuadas o no tienen un lugar donde permanecer mientras dura
su período de cuarentena, se alojen en una residencia sanitaria gratuita.
Ahí se ofrece alimento y monitoreo de salud mientras dura el confinamiento. La Subsecretaría de Salud es el organismo que regula el funcionamiento y Pinto quien cumple esa función en las tres provincias de la región.
Desde ese entonces no solo ha estado encargada de recibir y derivar
las solicitudes de los casos confirmados o sospechas de coronavirus; monitorear al cuerpo clínico de los ocho recintos existentes; encargarse de la comodidad
de los pacientes; coordinarse con los mandos militares que custodian la seguridad de los inmuebles; viajar a cerrar eventuales nuevos contratos, entre otras. Sino además liderar esta estrategia de trazabilidad.
Uno de sus mayores logros ha sido reducir los tiempos desde que un caso
sospechoso o confirmado llega a los lugares dispuestos a cumplir su confinamiento. Antes, los casos sospechosos, asegura, podían pasar días en sus casas esperando un resultado de examen PCR.
El periplo consistía en revisar al presunto contagiado recién al día siguiente de su
test, paralelo a una consulta de una asistente social para ver si cumplía las condiciones sociales.
Tres jornadas podían tardarse en que el paciente ingresara a una habitación.
Cabe recordar que la región de Coquimbo posee once residencias sanitarias dispersas en Elqui, Limarí y Choapa con una cantidad de 607 habitaciones (ver
recuadro). Por cada una debe existir al menos un administrador del recinto, un
médico, una enfermera y ocho técnicos de enfermería por cada 30 personas.
«Los pacientes tienen sus cuatro comidas» y los «huéspedes» no pueden
abandonar el lugar, el que es custodiado las 24 horas por efectivos militares, comenta.
Explica que el sistema funciona de la siguiente manera. Las solicitudes por habitaciones ingresan por el sistema Epivigila, la red de observación y análisis de la ocurrencia y distribución de la enfermedad. Ahí, diariamente, los médicos integran las peticiones para casos con sospechas o confirmados de haber contraído el virus.
También hay personas que se contactan por correo electrónico o teléfono,
pero además los hospitales y consultorios también pueden requerir una postulación. «A la residencia puede entrar gente con patologías crónicas, pero compensadas; mayores de 18 años y con características clínicas especiales, como usuarios postrados», sostiene.
«No necesariamente para ingresar a una residencia debe tener síntomas,
pero al momento de tomarles el examen son todos candidatos sospechosos. Ellos pueden estar dos o tres días, hasta que les dan el resultado negativo y salen de alta», enfatiza.
Sobre este desafío profesional, Pinto sentencia que ha sido un desafío «súper bonito y entretenido». «Tenemos que viajar harto, todos los días, porque hay
que ir a ver residencias nuevas, ir a ver cómo están funcionando las actuales. Es
harto trabajo en terreno y tomamos todas las medidas de precaución», concluyo.

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