Baldosas por la Memoria: homenaje a Rodrigo y Jimmy, los Ángeles de Guayacán

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En la Plaza Guayacán será instalado hoy el azulejo en recuerdo de los niños asesinados por la dictadura militar la tarde del 24 de diciembre de 1973. Eugenia, madre de Rodrigo, agradece el reconocimiento, «pues nunca me han olvidado y no olvidaron el feroz crimen de nuestros dos hijos pequeños…».

En algunos lugares de Santiago, La Serena y Coquimbo, hay baldosas que cuentan historias. A las afueras del hospital porteño, un homenaje a la trabajadora social Sonia Valencia, asesinada por la CNI en 1977. También uno para Kevin Gómez, muerto por la bala de un militar en el contexto del estallido social en octubre de 2019.

El objetivo es marcar los pasos de los asesinados y desaparecidos. Desde entonces, a lo largo del país, la agrupación Baldosas por la Memoria ha colocado baldosas que los recuerdan en los lugares donde vivieron, estudiaron, trabajaron o fueron secuestrados. Han puesto muchas y hoy sumarán una más en la Plaza Guayacán, a eso de las 12 horas, en homenaje a Rodrigo Palma (8) y Jimmy Christie (9), niños que desaparecieron de su barrio mientras jugaban la tarde del 24 de diciembre de 1973.

Eugenia Moraga (86) es madre de Rodrigo y viuda de Raúl Palma Carmona, y no estará presente en la actividad, pero a través de Diario La Región entregó unas palabras por la labor que esta agrupación hace, «y por todo el apoyo, ya que nunca me han olvidado y no olvidaron el feroz crimen de nuestros dos hijos pequeños, Rodrigo y Jimmy. Doy agradecimientos especiales a las personas que trabajaron en Las Baldosa de la Memoria, para que no se olviden y para que no vuelva a suceder…».

Comentó que «el pecado -de los niños- fue estar jugando, o mirando como todo niño de su edad lo hace, pues los invade la curiosidad. Pero creo que este fue el asesinato más cruel y emblemático de Chile, con pequeños que fueron quebrados y ejecutados para después esconderlos por 3 años y 8 meses».

«Mi dolor es tan grande. Pero una cosa, Rodrigo y Jimmy, seguiré peleando hasta el último respiro por justicia, y existe un ser supremo que se encarga de todo si es que no alcanzo a terminar, ya que mi hijo nuevamente está en el Instituto Médico Legal desde el año pasado…»

«Hijo, recuerda esta hora solemne y las muchas alegrías que nos diste en el curso de tu vida. Recuerdo los días que nos deleitábamos con tu crecimiento mental y físico, y hacíamos planes para tu futuro. Sin embargo, la maldad y codicia del hombre, junto con la muerte, te llevaron de nuestro lado, pero no estás olvidado, tu espíritu está guardado como un tesoro en mi corazón, también el de Papá y el de Jimmy…».

En todo el país

Sabrina Pérez, promotora de las Baldosas por la Memoria, explica que «hay trabajos en los barrios de distintas partes de América Latina y acá en el país llevamos casi diez años, y hemos presentando trabajos en Valdivia, en la región de Valparaíso, en Coquimbo, La Serena y ahora estamos instalando en Santiago».

Ciertamente estas baldosas son un objeto de memoria, ya que recuerdan, rememoran y, como explica Sabrina, «esto tiene una metodología porque no es que uno llega e instala una baldosa, sino que es para todas las personas que han sido detenidas desaparecidas o ejecutados políticos, ya sea en el tiempo más difícil de este país, en la dictadura, o en épocas como la revuelta social. Por eso que en Coquimbo pusimos una por Kevin Gómez e instalamos una en memoria de Sonia Valencia afuera del hospital de Coquimbo».

Explica que cada trabajo tiene su procedimiento, «pues la idea es que la baldosa se construya colectivamente y una vez que se fabrica, se hace el acto, y por mientras se toma contacto con los familiares, con el barrio, con los amigos y de esa manera la gente cuida estos trabajos, que es lo principal».

Cada trabajo, advierte, es memoria viva. Especialmente para la familia, además de sanador, pues saben que al menos tienen un lugar para ir. Saber que pasará por ese lugar y que la baldosa ahí estará.

«Pusimos hace tres semanas otra baldosa en Santiago, y así hemos ido instalando muchas en los distintos barrios, como en la población José María Caro, donde en los años sesenta hubo una masacre y murieron muchas personas. La idea nuestra es trabajar estas baldosas en las calles, no en los interiores, puesto que el objetivo es que al caminar por el lugar se encuentren con estas personas presentes, sentir que estuvieron físicamente en ese lugar donde fueron asesinadas o desaparecidas. Por eso que para nosotros es muy importante el aquí: aquí trabajo, aquí estudió, aquí vivió, aquí desaparecieron…».

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