
Mario Benavides, militante de Evópoli, realiza una demoledora autocrítica a su colectividad, a la que acusa de haber perdido su identidad progresista y de permitir la injerencia de externos para la imposición de candidaturas en la última elección.
Por Joaquín López Barraza
El consejero regional de la tienda y militante de Evópoli en Coquimbo, Mario Benavides, ha puesto voz a la profunda crisis que atraviesa su colectividad tras el fracaso electoral en el último ciclo, que les impidió obtener cupos parlamentarios, dejando al partido en un punto de no retorno. Desde la Región de Coquimbo, Benavides no solo lamentó el resultado, sino que sentenció que el destino de Evópoli es la desaparición institucional.
Fue categórico al graficar la gravedad de la situación, señalando que la falta de cumplimiento de las cuotas mínimas de representación obedece a un cúmulo de errores de estrategia y liderazgo.
«Han sido 12 años y un poquito más de Evópoli que mueren, digamos, en términos legales, no en términos de ideas, pero sí en términos legales, y eso obviamente siempre obedece a muchas causas», sentenció el consejero, haciendo referencia a que el partido no logró cumplir con el mínimo legal de representación para subsistir, una pérdida que se suma al retroceso local que los ha dejado sin representantes en la región.
Benavides, al ser consultado por el desempeño electoral, atribuyó el retroceso a que el partido se fue desdibujando del sello con el que fue fundado.
Recordó, por ejemplo, que Evópoli nació como la «derecha joven y progresista», desligándose de los tabúes valóricos y buscando la modernización del Estado, un espíritu que se fue perdiendo. La crisis, afirma, se profundizó con la negligencia de las directivas, que descuidaron la formación de dirigentes y la inclusión de sus bases, concentrándose en las funciones de gobierno cuando asumieron roles activos en el segundo periodo de Sebastián Piñera.
La crítica más incisiva del militante apuntó directamente a la cúpula directiva por el manejo de las candidaturas de la última elección. Benavides denunció que la lista se armó con rostros que eran «fruto de turismo ideológico» —citando nombres como Rosetta Paris y Rodrigo Orrego—, a pesar de la oposición interna de los consejeros militantes.
El consejero aseguró que la imposición de estos rostros se realizó bajo la influencia del gobernador regional de Coquimbo, Cristóbal Juliá (Independiente-Evópoli), en una decisión que no respetó el ADN del partido y que, eventualmente, provocó la renuncia de algunos militantes.
Benavides cuestionó duramente el costo político de la injerencia de un externo, recordando que el gobernador incumplió su promesa de firmar como militante tras ser electo. «Él señaló, previo a la elección, que de ser elegido firmaría como militante. Posteriormente, ya electo, en una reunión en la que estuvo Gloria Hutt y en la cual también participé, se le hizo ver esta situación y él dijo: ‘también prometí dejar de fumar y sigo fumando’».
El consejero lamentó que esta falta de cohesión y el manejo de las cuotas de poder interno hayan dejado al partido sin su antigua representación.






























