Se trata de residuos como fármacos, pesticidas, microplásticos y otros compuestos químicos que, según explica el investigador del Solar Energy Research Center, SERC Chile y director del grupo WATER², Ricardo Salazar-González,  «están contaminando las fuentes de agua de manera alarmante. Estas sustancias, son ignoradas en los sistemas de monitoreo y regulación actuales, y requieren una atención meticulosa debido a sus efectos potenciales en el ecosistema acuático y, por ende, en la salud humana».

El también académico UC recalca que «todos los productos que consumimos o usamos diariamente contienen compuestos químicos que tarde o temprano terminan en el agua. Se infiltran, se acumulan y no los medimos».

Ante esto, Salazar-González hace hincapié en que «no basta con mejorar las prácticas productivas. Se requiere un marco normativo robusto, que establezca límites claros, metas de reducción, transparencia obligatoria y, sobre todo, vigilancia ambiental. Hoy, en Chile, no existe una red sistemática ni un mandato legal para monitorear antimicrobianos ni genes de resistencia en cuerpos de agua, ya sean continentales o marinos. Tampoco se exige evaluar su presencia en sedimentos ni en la fauna nativa».

Dentro de estos contaminantes emergentes, también están los microplásticos donde se cuentan restos de cosméticos, fibras sintéticas de ropa y desechos de la industria automotriz, entre muchos otros. Y como advierte Salazar-González, «el problema no es sólo que están en todas partes, sino que persisten. Estas partículas actúan como vectores de contaminantes químicos como pesticidas, fármacos y metales pesados, así como de microorganismos patógenos. Incluso pueden interferir en los procesos de tratamiento de aguas residuales, transportando genes de resistencia antimicrobiana y desafiando la eficacia de nuestras tecnologías actuales».

De acuerdo a las investigaciones que ha realizado Salazar-González, junto a otros académicos, los procesos de oxidación avanzada electroquímica (EAOP) dan una esperanza. A través de esta tecnología y radiación solar, han logrado eliminar contaminantes emergentes y desinfectar aguas contaminadas en escenarios reales.

«Las aguas se pueden descontaminar mediante fotoquímica solar. Esto es que aprovechamos la radiación UV del sol, que ayuda a generar especies oxidantes y degradar los contaminantes presentes en el agua. Por otro lado, la energía solar se puede utilizar para alimentar energéticamente el sistema de tratamiento de aguas haciendo el sistema más eficiente».

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