La rabia y pena del Seremi de Educación después del saqueo e incendio del martes

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El edificio también sufrió serios daños luego que este martes fuera vandalizado y su primer piso destruido en un 80%. «Incluso siento vergüenza de ver en qué nos estamos convirtiendo como sociedad», dijo Claudio Oyarzún.

De no ser por una señora que llamó a bomberos, al ver que salía humo desde las oficinas de la Seremía de Educación, el daño habría sido aún peor en el edificio patrimonial de Avenida de Aguirre.

Porque, como suele ocurrir ya, el lumpen sacó partido del río revuelto, llevando a cabo todo tipo de robos y saqueos. Porque al mismo tiempo que se atacaba el hotel Costa Real, otro grupo hacía ingreso al edificio para hacer de las suyas. Y bien que lo hicieron, ya que como aseguró el seremi de Educación, Claudio Oyarzún, «el primer piso quedó prácticamente en desuso».

Fue en la misma noche cuando se enteraba de lo que estaba ocurriendo y por eso quiso estar presente, «porque sentimos que hay un compromiso al estar a cargo de la seremía, así que manifestamos nuestra rabia, pena e incluso vergüenza de cómo nos estamos convirtiendo como sociedad. Y claro que no podemos generalizar, puesto que hay mucha gente buena, mucha gente que no va a avalar nunca situaciones como estas, pero también sentimos rabia con aquellos que sienten que a través de esta manera pueden hacer prevalecer su mirada, sus ideas».

Lamentó la autoridad que haber atacado el edificio no afecta solamente a los funcionarios, sino que en principal medida al servicio «que prestamos a la gran mayoría de las personas, porque hay registros históricos de la gente que estudió o que estudia. De igual manera tenemos todos los procesos de los estudiantes que están vigentes, gente que está postulando para irse al extranjero, y además, hoy (ayer) estábamos iniciando el sistema de admisión escolar, pues sabemos que hay una gran cantidad de personas en que sus hijos nos quedaron en los establecimientos que ellos postularon…».

Insiste en que prestan un tremendo servicio público y situaciones como estas no hacen más que entrampar la situación.

Pero pese a todo, asegura que «no vamos a bajar los brazos, y no lo digo en un tono desafiante, sino que con un alto grado de compromiso como seremi, con los funcionarios que acá trabajan».

Respecto al daño, comentó que «nuestro ministerio tiene tres pisos y el que más se vio afectado fue el primero, principalmente el hall central, que fue quemado, y también el costado oriente, donde teníamos un salón para 80 personas que fue arrasado por un segundo incendio, pues tuvimos dos incidentes, además de los robos de equipo, lo propio con el sistema eléctrico, que está destruido, pues como son edificios antiguos todo el sistema iba por canaleta y el calor derritió los cables. Podríamos decir que el daño del primer piso es prácticamente un 80%, y el segundo y tercer piso sufrieron daños por robos, rompimiento de puertas, de ventanas, y sustracción de algunos equipos computacionales, que también son parte de los materiales que usan nuestros profesionales».

Esto no es una lucha social

Esperando el peritaje y la opinión de un experto se encontraba el seremi, para saber la real magnitud de los daños, y que al momento de los incidentes se encontraban dos funcionarios, «pero que hicieron abandono para protegerse, que es lo que más nos preocupa, dado que son nuestros trabajadores».

Los sentimientos al ver lo ocurrido, cuenta el seremi, fueron en primera instancia de rabia, al no poder entender «qué nos pasó. Un colega de ustedes dijo que si Chile despertó para estar así, preferiría seguir dormido, y que se entienda el contexto, porque a lo mejor éramos un país con evidente desigualdad en muchas cosas, pero teníamos una tremenda oportunidad de poder mejorar esto».

Además, aseguró que lo que se está viendo ahora no es una lucha social, «por tanto sentimos rabia, pero también pena, porque somos un ministerio que tiene una amplia mirada social. Los servicios que prestamos y el compromiso que tenemos como Ministerio de Educación, y enfrentarse a situaciones como la que vivimos, genera esta mezcla».

Si llegó el momento de solicitar a las autoridades una mayor preocupación por la seguridad de estos edificios, sobre todo los que son patrimoniales, argumentó Oyarzún que «se han hecho todos los esfuerzos, y todos conocemos la realidad de nuestras fuerzas de orden, pero frente a movimientos tan bien organizados, articulados, porque esto no es espontáneo, es difícil resguardar los edificios públicos…».

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