
La representante de la Región de Coquimbo avanzó a la etapa final de Miss Mundo Chile con una propuesta que une identidad territorial, propósito social y salud mental. Este domingo competirá por la corona nacional en el certamen que se transmitirá por Chilevisión.
Por Joaquín López Barraza
Desde que decidió postular a Miss Mundo Chile, Montserrat Velasco tenía claro que su participación sería algo más que una competencia.
Para la joven coquimbana, parte de la iniciativa Mi Pacareu, el certamen se transformó en un proceso de autoconocimiento y propósito, donde el foco no estuvo en los reflectores, sino en el crecimiento personal y en el mensaje que quería entregar.
«Mi decisión de participar nació desde una necesidad de transformar lo que antes fue miedo en propósito. Coquimbo es mi hogar, donde crecí, donde está mi familia y donde forjé mi personalidad», señala.
Representar a su región, dice, ha sido un honor, pero también una gran responsabilidad: mostrar al país que desde el norte también se construyen historias de esfuerzo, identidad y sentido social.
El camino no ha sido fácil. «Este proceso fue uno de los desafíos más grandes de mi vida. A veces, cuando las luces se apagan y te quedas a solas con tus pensamientos, es cuando más se pone a prueba tu propósito. Hubo días en que la duda pesaba más que la motivación, pero recordaba que estaba ahí no por mí sola, sino por todas las mujeres que alguna vez se sintieron así», confiesa.
El amor propio como punto de partida
Para Montserrat, el amor propio fue el eje que la sostuvo durante todo el proceso. «No el amor propio que se muestra en frases bonitas o selfies con filtro, sino ese que se construye desde las cicatrices, desde las inseguridades y las caídas», reflexiona. «Amarse también es sostenerse cuando no todo sale bien, cuando no encajas o cuando te comparan. Es una forma de resistencia».
Desde esa perspectiva, su paso por el certamen ha sido también una forma de visibilizar las emociones, los miedos y las luchas que muchas mujeres jóvenes enfrentan en silencio. «Entendí que muchas vivimos la misma batalla interna: la de sentirnos suficientes en un mundo que siempre exige más», agrega.
Representar al norte con identidad
Con orgullo, Montserrat destaca el valor simbólico de representar a Coquimbo en un escenario nacional. «Siempre sentí que el centro del país concentra las oportunidades y las miradas, pero las regiones también tienen historias que merecen ser contadas. Llevar la voz de Coquimbo fue mi manera de abrir un espacio y recordar que el talento y el propósito no tienen geografía».
En cada presentación, quiso que se sintiera el alma del norte: «La calma del mar al amanecer, la fuerza del sol que nos forja y la solidaridad de nuestra gente». Mi Pacareu, proyecto familiar, enfocado en salud mental y autoestima, nació —cuenta— «del dolor más profundo y del amor más puro. Sanar no significa olvidar, sino transformar».
Una nueva mirada de los certámenes
Para la finalista, Miss Mundo Chile ha dejado de ser una pasarela y se ha convertido en una plataforma de impacto social. «Hoy los certámenes dejaron de ser vitrinas para convertirse en espacios de liderazgo. Ya no se trata de cómo te ves, sino de cómo inspiras. Desde adentro, he vivido esa transición con orgullo, porque ahora las mujeres que llegan no solo representan una belleza, sino una historia y una causa», comenta.





























