Recientes lluvias traerían de vuelta el Desierto Florido

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En la región de Coquimbo está presente en distintos sectores, como la cuesta Porotitos, al norte de La Serena, en La Higuera, e incluso más al sur, como la Quebrada del Jardín, la Pampilla de Coquimbo, Las Tacas, o en el Parque Fray Jorge. El llamado es a cuidar la flora y transitar por senderos habilitados.

Tras los sistemas frontales que dejaron intensas precipitaciones en gran parte del país en las últimas semanas, se estima que las lluvias podrían provocar la aparición del tradicional desierto florido, en la región de Atacama y en el norte de la región de Coquimbo.

En ese sentido, Francisco Squeo, académico del Departamento de Biología de la Universidad de La Serena, investigador del Instituto de Ecología y Biodiversidad, y del Ceaza, explica que «los niveles de lluvia que tenemos actualmente, tras las últimas dos precipitaciones, equivalen a un poco menos que el 2017, por tanto uno podría proyectar algo semejante a lo que ocurrió ese año, o sea, un desierto florido parcial».

Si bien comenta que no se puede precisar con exactitud, «pero si hubiera nuevas precipitaciones lo más seguro es que habría un desierto florido espectacular, de hecho, en el campo ya se ven añañucas con sus hojas, y lo mismo pasa con los cebollines, que están empezando a brotar, que es lo que pasa con las plantas geófitas, que salen cuando llueve cada cinco años».

Además, también están brotando las flores que son anuales, que tienen semillas, «por tanto, lo que uno esperaría son distintos tipos de desiertos floridos en el desierto costero al norte de La Serena, La Higuera, y luego siguiendo por la costa interior en la región de Atacama, e incluso hasta Fray Jorge».

Otro de los sectores en donde podría darse el desierto florido es Chungungo, también en Los Choros, ambos en la comuna de La Higuera, además del camino costero por Huasco a Freirina, llegando a Caldera o por la Ruta 5 entre Copiapó y Vallenar, «en todos esos sectores vamos a tener el desierto florido, y son distintas las especies», señala el especialista.

«Por la cantidad de agua que cayó uno espera la máxima floración en 60 días, varía entre especies, pero es un valor promedio, entonces, como llovió en julio, a principios de septiembre o un poco antes vamos a tener flores, y lo máximo estaría cerca del 18 de septiembre», señala.

Agrega que «hay un grupo de arbustos que responden rápido a la lluvia y en menos de 30 días están en flor, en el caso de las que son de bulbo, necesitan hacer un poco más de fotosíntesis antes de empezar a florecer, por lo que es probable que sea a los 45 días».
En el caso de las características añañucas, brotan en un máximo de 60 días, o las patas de guanaco, que son típicas del desierto interior, entre Vallenar y Copiapó, se esperan en septiembre, «en la costa, como llovió un poco más, debería estar más extenso e incluso comenzar un poco antes».

Otro de los sitios que son un desierto florido son La Quebrada del Jardín, donde hacen la pampilla de La Serena, Los Llanos del Siciliano, entrando a la mina del Romeral, e incluso la Pampilla de Coquimbo.

Respecto hasta cuando se extendería, Squeo sostiene que «el pronóstico del Ceaza es que no va a llover mucho más, pero siempre puede ocurrir un fenómeno, ahora ocurrieron en grandes cantidades pero en un solo evento, y mucha se evaporó o se infiltró, por lo que se podría extender hasta octubre, pero la primera quincena de septiembre será lo más floreado».

Las principales
amenazas para el
desierto florido

En cuanto a las principales amenazas para el fenómeno, el académico señala que «de partida no aterrizar con los aviones encima de la vegetación, si va andar entremedio del desierto, ojalá sea por los caminos».

«El turismo de intereses igual ha sido una amenaza, al igual que candidatos políticos paseando encima de las flores, pero también las parcelaciones, ahora que está la nueva propuesta, toda la cuesta Porotitos desde La Serena hasta Caleta Hornos, todas esas parcelaciones están en una zona de biodiversidad de la región de Coquimbo en el desierto florido costero, y cuando sacan la vegetación es una aberración», señala.

Luego está el proyecto Dominga, que está encima del desierto florido, y si seguimos para el norte, estamos de acuerdo con tener energías renovables, pero los campos de paneles solares están también sobre el desierto florido.

«Nuestro desierto florido sufre hartas amenazas, algunas las podemos evitar y compensar otras, pero no todo, estamos conscientes que cuando compramos una parcela en el campo estamos destruyendo parte del desierto florido… El hombre tiene un impacto fuerte en este sistema, lo vemos que cada cinco años se activa, pero el desierto está siempre, aunque esté como bulbo esperando la próxima lluvia», cierra.

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