Hace una semana y media, el ex gerente administrativo de Coquimbo Unido, Eduardo Castillo Sarmiento, presentó una demanda laboral en el Juzgado del Trabajo por irregularidades en su despido que se hizo efectivo el 31 de julio del 2015, tras prestar servicios a la entidad pirata por 23 años.
Según acusa el ex funcionario, quien entró a trabajar al club el 1 de febrero de 1992 bajo la administración de Guillermo Campos Fauze, se le adeudarían imposiciones correspondientes al período entre marzo y agosto del año 1993.
«Este es un derecho mío, son mis imposiciones y es mucha plata, porque hay intereses, reajustes, multas que tienen que pagarme. Además en este caso no podrían despedirme, se aplica la Ley Bustos que dice que se me tiene que cancelar sueldo hasta que se pague lo adeudado», detalló Castillo en diálogo con Diario La Región.
El ex gerente, que se encuentra a la espera de la primera audiencia por su caso que se debería realizar en el mes de noviembre, también se refirió a su salida y a la relación con los integrantes de la administración que trabajaron con él durante años.
¿Cómo se gestó su despido del club?
«Siento que fui parte de un negocio, porque a mí no me despidieron porque yo era un mal trabajador o porque yo me robé una camiseta del club. No me despidieron por un motivo, si no que me aplicaron la causal 161, es decir, por necesidades de la empresa ¿y qué necesidad tenía la empresa de despedirme? Ninguna, este fue un acuerdo de negocios. Por eso siento que no es un tema de confianzas, porque con Fernando (Sánchez) siempre fui correcto y derecho».
¿Cómo cree que tomó la demanda el presidente de la institución o los dirigentes más antiguos?
«No sé, yo no he hablado con ellos. Nadie me ha llamado. Pero creo que no se trata de un tema de confianzas, por ahí se dijo que yo tenía mucha confianza con el presidente Fernando Sánchez, y creo que fue recíproco, siempre fui una persona abierta y el también conmigo, pero sin embargo, la única persona que salió del club cuando llegó la nueva administración fui yo».
¿Qué explicación se le dio?
«Yo acepté que me sacara a mí del club para que el negocio funcionara, porque me dijeron que era la nueva administración la que no me quería, la gente que venía a comprar acciones, pero resulta que después ellos mismos me dijeron que porque me estaban despidiendo…o sea no era así, por eso siento que hubo una mala intención detrás».
¿Se sintió traicionado?
«Después. Al principio Fernando (Sánchez), en buen chileno «me doró la píldora», porque lo que me dijo a mí fue una cosa y lo que yo vi fue otra. A mí fue el único que me sacaron de esto, mientras que al resto le subieron el sueldo. Entonces cuando vi que sucedió eso, me sentí pasado a llevar, porque si el presidente tuviera tanta confianza conmigo me habría defendido, podría haber dicho el gerente es mi mano derecha y no me lo sacan. A mí después de que salí del club me han llamado un montón de veces para preguntarme cosas referentes al trabajo, y siempre tuve disposición para darle las respuestas que corresponden. Nunca me he negado, al contrario, siempre que he podido ayudar lo he hecho».
¿Usted conocía a los nuevos accionistas del club?
«Conocía a la nueva administración, alcancé a trabajar un mes con ellos, lo hice como siempre, le entregué toda la información posible, a la Corporación igual, me abrí plenamente, jamás oculté cosas…yo hice mi «pega» como creí siempre que tenía que hacerla, de manera profesional. Entonces yo no actué mal, pero después me di cuenta que la actuación de ellos había sido distinta, diferente a lo que yo creí».