Susana Galleguillos y una visa para un sueño

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Gracias a su trabajo con las algas, extrayendo el huiro para sembrarlo, obtuvo un premio en Estados Unidos. Anduvo en yate, expuso para cientos de invitados y recorrió varios lugares en los 20 días que estuvo. “Nunca me había subido a un avión, jamás en mi vida. Solo los veía pasar, acá en el mar…”, dijo la también Alcaldesa de Mar de la Caleta de Talca en Ovalle.

Su historia arrancó en verdad mucho antes, casi desde siempre, cuando era la asistente que tenía su papá, entonces buzo de la Caleta de Talca en la comuna de Ovalle.

Susana Galleguillos (49) es recolectora de los 15 años y tiene una historia muy particular. O mejor dicho, única. Que incluso dio a conocer en los Estados Unidos, en Santa Bárbara, hasta donde llegó hace unos meses gracias a su trabajo que desarrolla en su caleta.

Porque junto a otras recolectoras de algas pardas están extrayendo el huiro para sembrarlo y así recuperar los bosques submarinos devastados por la sobreexplotación.

Como resultado, han crecido muchas algas en el sector. Las que habían sido plantadas prosperaron y otras nuevas aparecieron.

“Sí, ya no se deja la roca pelada”, cuenta la también Alcaldesa de Mar –elegida en 2018 y la primera del país- y presidenta de la organización de pescadores Algamar.

Trabaja en un proyecto que se llama Algas Quimera Chile, que es por cuatro años, y gracias ese diseño fue escogida -para viajar- por la ONG The Nature Conservancy (TNC) que trabaja precisamente en la conservación de algas en diversas partes del mundo.

Se embarcó junto a otro recolector de la localidad de Chihualoco, en la comuna de Los Vilos, “y fue un viaje inolvidable”, cuenta a través del teléfono.

Estuvo cerca de 20 días y se codeó con mujeres –mayoritariamente- y representantes de 18 países, “aunque no entendía nada ni a nadie”, cuenta riéndose. Claro que tampoco tuvo inconvenientes con el idioma, ya que iban con una profesora chilena que fue su traductora en todo momento.

Exponer

Fue un domingo por la mañana cuando suena su teléfono y desde el otro lado le avisan que se había ganado el derecho a viajar a los Estados Unidos y de manera unánime, “pues el 100% había votado para que viajara”, recuerda.

Pero sin mucho interés, les dijo que le entregaran el premio a otra señora, porque “¿qué voy a ir a hacer allá, si no sé hablar en inglés?  Nunca me había subido a un avión, jamás en mi vida. Solo los veía pasar, acá en el mar…”, añade.

Pero al final dijo “bueno, ya” y la verdad “es que iba bien acompañada de Diosito y una animita que le tengo mucha fe, así que ni supe cuando iba viajando y llegamos a Estados Unidos”.

Claro que no todo fue paseo, pues a los pocos días supo que tenía que exponer ante cientos de invitados de todo el mundo. Para eso también había ido.

“Llevaba en el teléfono un traductor al que le hacía algunas preguntas cuando comienzo a leer: chilena Susana Galleguillos expone. ¡Chuta! No tenía ni idea, así que empecé a llamar a mis contactos en Chile para que me echaran una manito para estudiar y de esa manera pude exponer y fue como bien entretenido. Además, quedé con esa sensación de que les gustó mucho, porque no solo hablé del área de manejo, sino que de Chile en general. Me preguntaban por las leyes del país, así que fui como una representante del país. Y como tengo buena memoria, no estaba tan perdida”.

Tres días antes

Santa Bárbara, ciudad en California, “es muy lujosa”, cuenta y se acuerda: “una chilena de pelo negro y crespo era diferente, entonces todos me saludaban: pinchaste Susana, me decían…”.

Pero allá se dio cuenta que muchas veces los chilenos aprecian poco lo que tienen, “porque acá los palos de huiros, por ejemplo, parecen árboles, y allá una mata de cilantro, cosas muy pequeñas y casi nada de alga. Mientras que nosotros tenemos tanto y lo matamos tan rápido por una mugre de plata”.

Fueron cerca de 20 días y recorrió y conoció harto, “incluso de un estado a otro viajábamos en avión y hasta en yate anduve un día y nos fuimos a una isla gigante. No quería despertar”, señala.

Trabaja desde muy temprano en el mar y cuando tiene tiempo, la televisión es una distracción. Ve a veces el programa Caso Cerrado “y nunca pensé que pasaría legalmente a los Estados Unidos, ¿ve que los sueños se cumplen?”.

Tiene una hija de 29 años y el menor de 14. Ambos, junto a su marido, solo se enteraron del viaje tres días antes de que se embarcara.

“Me quedé calladita, porque mi papá es pan con palta, entonces por orgullo les iba a contar a todos que iba a los Estados Unido. Pero usted sabe que hay personas que tienen mala intención y las cosas a veces no resultan, así que cuando faltaban pocos días, en un asado familiar que hicimos, les comenté del viaje. En un principio no me creían, así que tuve que mostrarles el pasaporte”.

Alcaldesa

Su regreso vino con vale otro, ya que alcanzó a estar dos semanas en su hogar cuando recibió la invitación para un encuentro internacional de mujeres de la fundación Somos Tribu, en la ciudad de Valdivia, “donde estuve exponiendo mi historia. También fue una linda experiencia”.

Vivencias que no han cesado, toda vez que en septiembre fue entrevistada por el medio internacional Mongabay, plataforma de noticias sobre conservación y ciencias ambientales, “y la verdad que se hizo viral mi historia y desde entonces me han llamado varios medios de Chile para pololearme”.

Desde pequeña soñaba estar arriba de un bote y ser pescadora artesanal, por lo que decidió dejar sus estudios cuando cursaba sexto básico. Sin embargo, cuando se inscribió se enteró de un requisito fundamental, “y era el certificado de octavo básico, así que tuve que estudiar en la nocturna y así saqué la enseñanza básica”.

Tiene un departamento en Ovalle “que me salió hace unos años, pero con mucho esfuerzo, juntando el dinero en un tarrito”.

Pero prácticamente vive en el mar, en la caleta, “pues tengo muchos compromisos que cumplir, ya que soy Alcaldesa de Mar, por lo que no puedo mandarme a cambiar cuando quiera”.

Claro, porque “soy los ojos de la Capitanía de Puerto, la máxima autoridad acá en la caleta, ya que represento a la Gobernación Marítima. Llevo hartos años, es un cargo de mucha responsabilidad y debo estar 24/7, aunque ahora en la caleta puedo estar descansando, debido a que se está construyendo y estará cerrado hasta enero. Pero igual hay personas que trabajan por la orilla, algueros y visitas que a veces vienen y como no conocen, tengo que estar ahí para explicarles qué sector es apto para estar, para el baño, que se lleven la basura…”.

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