En plena cuarentena, el SERENA ZOO ha recibido una serie de visitas de inspección por parte de funcionarios del Servicio Agrícola y Ganadero. Todas se hacen sin previo aviso a su dueño y fundador, don Erwin. La idea es darse cuenta del verdadero estado de los 400 ejemplares que tiene el hermoso lugar, ubicado a 20 minutos de La Serena por el camino a Vicuña.
Son fiscalizaciones de rutina para recabar información, pero también las hay más complejas, como los protocolos de fiscalización o seguridad. «Acá se ha seguido trabajando a pesar de tener cerrado gran parte de este último tiempo, con o sin público se le debe seguir dando comida a los animales, se les debe seguir cuidando, limpiándolos, cuidar su espacio y todo el sacrificio que significa esta labor».
LA VIDA DEBE CONTINUAR
Y claro, los monitos siguen consumiendo frutas de estación; peras, uvas, manzanas y mandarinas son sus favoritas. Los tigres deben seguir consumiendo carne, y ésta debe estar en cámara de frío, donde se sigue cuidadosamente cada paso para no interrumpir el proceso. «Descongelamos sólo lo que vamos a ocupar para el día, la idea es que el resto de la proteína no pierda el frío. Todo eso sigue moviéndose, la gente quizás piensa que estábamos en nuestra casa, esto siguió operativo y el SAG continuó fiscalizando y de manera muy estricta».
El trabajo ha sido duro y el sacrificio enorme. El administrador hizo un esfuerzo y decidió mantener a sus 14 trabajadores en medio de la crisis del año pasado, debido al cierre de puertas de por lo menos 8 meses. Ninguno se sometió a la ley de protección del empleo y la labores continuaron prácticamente de manera «normal».
Dejar de recibir el valor de la entrada, $ 4.000 (por ingreso al Zoo) y $ 5.000 (derecho a zona picnic y piscina), provocó una merma importante en la arcas de la empresa. Para salvar el buque, la única solución era pedirle plata al banco.
«Las compras de materiales y alimento no paran, y ante la merma de ingresos directos, tuve que pedir un crédito de consumo con condiciones blandas, con harto tiempo para cancelarlo. Y ahora esperar que mejoren los tiempos para pagarlo, lo que se puede ver es que en lo sanitario está feísimo el panorama, pero la vacuna parece ser la solución. La idea es proyectarse en un par de meses a futuro y no en el día a día».
Una institución como el Zoo de La Serena no tiene aportes de privados y de entes públicos, por lo que la venta de entrada es de vital trascendencia en el manejo del recinto. «Nosotros decidimos abrir el lunes pasado para proteger a nuestra gente debido el alza de contagios. Podíamos hacerlo antes, pero decidimos esperar, ahora viene el desafío de ir acomodándose a vivir en este nuevo mundo».
La inauguración llegó con todo el lunes 26 de abril. «Todo esto partió con el famoso estallido social, en ese instante comenzó a sentirse los efectos económicos para nosotros. Luego apareció el virus, después de la primera cuarenta nos anticipamos y cerramos antes, siempre con el objetivo de proteger a visitantes y nuestros funcionarios y colaboradores. Pero es un fenómeno que no sólo lo vivo yo, sino que la mayoría de los chilenos».
Meses antes que explotaran los primeros casos del virus en Chile (marzo 2020), Erwin compró mapaches, linces europeos, leopardos y un trío de puerco espín, a un proveedor en Rusia. Debido al cierre de fronteras y la cancelación de vuelos, la llegada de estos animalitos a la zona se ha rodeado de suspenso.
«Para tener un lugar cómo este, primero tienes que amar a los animales, y ese es mi caso. Trabajamos con seres vivos y eso conlleva todo los días una preocupación nueva. Yo espero que esto tenga que parar en algún momento, soy más optimista en medio de todo un ambiente de pesimismo que hay. Espero que los vuelos se concreten porque todo eso está pagado».