El drama de los pequeños negocios afectados por crisis social y el Covid

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La crisis del Covid-19 ha impactado fuertemente en la economía chilena, principalmente en las pequeñas y medianas empresas. Muchas de ellas han debido cerrar producto de esta crisis y otras no reciben clientes hace mucho tiempo. Conversamos con el dueño de una tienda de accesorios de celulares, una peluquera y un kioskero para conocer sus historias.
Han sido meses difíciles para los trabajadores independientes, desde octubre del año pasado cuando comenzó el estallido social, si bien tuvieron un respiro en los meses del verano, la situación se volvió a agudizar con la pandemia del Coronavirus.

Aquí sus historias…
Héctor Espinoza, kioskero

Tiene a cargo la concesión de un kiosko en calle Cordovez, entre Los Carrera y Balmaceda, y todos los días va a atender para poder complementar su pensión, Héctor Espinoza cuenta que «a nosotros el estallido social nos ocasionó bastantes problemas, porque cuando empezaban las protestas lo primero que había que hacer era cerrar el kiosko, porque uno no sabía cómo iba a reaccionar la gente, porque habían algunos que venían a robar y a hacer daño, sobre todo en las grandes tiendas, que empezaron a poner todo con metal las vitrinas».

Por lo que en ese entonces, su opción era esconderse e irse.
«Actualmente con la pandemia, a las 2 de la tarde no anda ni gente en el centro, entonces no sacamos nada con quedarnos», agrega.

Consultado por las ventas, señala que han bajado a más de la mitad de lo que se vendía antiguamente, que principalmente son diarios, cigarrillos, confites, bebidas, jugos, «aparte que tampoco están llegando muchas revistas de manualidades, por ejemplo, …tenemos que batirnos con lo que hay».

Respecto a ayudas del Estado, sostiene que no han recibido ninguna, así que debe ingeniárselas, «hay tanto comerciante ambulante, que es el otro problema que tenemos nosotros, …toda la gente quiere vender algo para tener plata».

Hugo Baeza, de Aki Chip

El dueño de Aki Chip, tienda de accesorios de celular, en el centro comercial Serena Oriente, Hugo Beaza, conocido por desarrollar una gran labor social, comenta que continúa en esa obra, pero debido a la misma pandemia lo ha hecho de forma independiente.

Respecto al negocio en sí, comenta que ha sido difícil, porque una de las características de Aki Chip es la cercanía con la clientela, «aparte de los productos, en uno también está el cariño, compartir cosas de la ciudad, causas sociales, incluso el fútbol, que se extraña mucho, porque todos los lunes era llegar a comentar el partido de La Serena».

«Eso nos daba energía y nos daba vida, y se perdió y es lo más difícil, porque nadie tenía pensado esta situación», señala.

Y agrega que «hemos tenido que adaptarnos al distanciamiento, a atender rápido, y a entregar lo justo y necesario, además de los nuevos horarios y nuevas necesidades, como un parlante que se usaban en las fiestas o en la cancha, que eran productos asociados a juntarse».

Pero la crisis y el cambio de hábito potenció la venta de otros artículos, como audífonos para las videoconferencias o clases online, los trípodes, los aros de luz, e incluso señala que la gente se va vuelto menos exquisita en el sentido de comprar lo que haya y no regodearse, «no están los tiempos para eso…».

«Lo que nos pasa a los comerciantes es que como en Santiago están en cuarentena, tenemos problemas con los stock, porque no se pueden mover, no nos están abasteciendo y andamos conejeando, y eso ha hecho que nos reinventemos», advierte.

En relación a las ventas, comenta que ha bajado en un 70%, «agradezco vender un tercio, porque me permite pagar mis necesidades básicas, pero con eso no vivo, porque la realidad de un independiente no es fácil».

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