«En diez años la playa Changa de Coquimbo quedará como un cordoncito de arena…»

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Los trabajos frente a la playa Changa, a unos metros del humedal El Culebrón, comenzaron en octubre pasado. El muro avanza rápido. También la molestia de los ambientalistas, grupos de ONG, profesionales y científicos.

Por eso las manifestaciones, como la de este jueves que inició en el Culebrón y
terminó en la plaza de Armas de Coquimbo. Porque dicen que la construcción de este enorme muro de concreto -trabajos en la reposición de la Costanera- está generando un daño e impacto irreversible en el humedal El Culebrón,  declarado sitio prioritario
para la conservación de la biodiversidad en 2003.

Proceso de erosión

Lo afirman los profesionales. El ingeniero francés Adrien Chevallier, que llegó a la región hace cuatro años y hoy realiza un doctorado en biología y ecología aplicada en la UCN:
«Este muro se construye desde octubre y está generando un daño en el humedal, en su zona de influencia, que es subterránea, y sobre la playa Changa», dice.

Aclara que «la gente no se da cuenta, porque es un proceso lento, aunque la verdad no tanto. Por ejemplo, si hoy sacas una foto y luego en cinco años tomas la misma imagen en el mismo sector de playa Changa, notarás como ha cambiado el perfil de la playa y que ya no estará con esta gran superficie. Es decir que en diez años, o más, podría ocurrir que la playa quede como un cordón chico de arena…».

Todo esto, acusa el científico, por la construcción de este muro de contención, que no sólo bloqueará en gran parte el intercambio de agua entre el humedal y el mar, «que además es un beneficio que aporta gratuitamente El Culebrón, sino también porque no protege en ningún sentido el barrio Baquedano. Al contrario, lo expone a mayor daño por alterar los intercambios hídricos entre el humedal y el mar, y acelerará el proceso de erosión costera, provocando finalmente la desaparición progresiva de la playa».

Explica Chevallier que aún existe la idea de que el barrio Baquedano está protegido frente a un eventual tsunami, y que este muro será una protección, «pero no es así», advierte.

Cuenta que «ya tuvimos reuniones entre la ONG y la dirección de obras portuarias del MOP, y ellos mismos aclararon que este muro solamente está construido para aguantar los impactos de eventuales marejadas y que protegerá solamente la Avenida Costanera, no para proteger el barrio».

Precisa, quien además trabaja con pescadores artesanales y colabora estrechamente con la ONG de la Alianza por la Biodiversidad, que existen algunas concepciones que hay que destacar y considerar, especialmente en el rol que cumple el humedal, «que es una tremenda protección frente al oleaje, y tsunamis. Sin embargo, el muro hará que el agua choque con mucha energía, provocando que poco a poco vaya desapareciendo la arena de la playa. Entonces es un proceso que acelerará la desaparición de la playa, y que ya está ocurriendo…».

Si se sabe del daño que provocaría en el tiempo, ¿por qué la construcción de este muro sobre una zona concesionada por el Ministerio de Defensa Nacional al municipio porteño?
«Porque está claro que está en un plan de construcción que va a la par con un proyecto inmobiliario en la zona Baquedano, pues ya ves un edificio que está en plena construcción. Están tratando de hacer todo ese sector como un lugar agradable desde el punto de vista inmobiliario, pero sin considerar que hay un riesgo tremendo de inundación», manifestó.

Cabe mencionar que es muy preocupante que desde 2008 no se haya hecho en la zona ningún estudio de la napa subterránea, «ya que no se sabe la profundidad en esa zona, tampoco se conocen los flujos que pasan del humedal hacia el mar, y no es un estudio tan complejo de hacer, pues hay muchas consultoras en el país que lo podrían hacer perfectamente. No es de mala fe. Creo que es no entender lo que es un humedal, una playa y como se relaciona con un barrio aledaño», cuenta Chevallier.

«Nosotros tratamos de conversar con ellos, tuvimos conversaciones con la municipalidad, con el departamento de Medio Ambiente, y escuchan, pero al final creemos que está el proyecto inmobiliario mucho más presente y no piensan bien los riesgos que exponen a todos», concluye

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