En Vicuña : Marta Poblete una apasionada por servir al necesitado de salud

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ACTUALIDAD 2Personas con un alto espíritu de servicio y amor al prójimo, especialmente hacia los enfermos, son pocas en nuestra sociedad actual en que casi todo se ofrece con alguna utilidad monetaria u otro tipo de interés. Sin embargo en la capital del Valle del Elqui existe una mujer que durante toda su vida se ha caracterizado por servir a los demás en cualquier momento y sin mirar recompensa o utilidad que obtenga. Es Marta Poblete Sequeira, a quien sus amigos y conocidos llaman «Teresa de Calcuta « porque siempre se ha caracterizado por atender al enfermo con profunda abnegación dentro y fuera del hospital, tanto al paciente interno como al vecino que no tiene recursos a la hora que sea, hasta el día de hoy.

Nació en La Serena el 29 de octubre de 1940 y a los dos años se trasladó junto a sus padres y hermanos a la ciudad de Vicuña, donde estudió la enseñanza básica en la Escuela Superior de Niñas y luego la enseñanza media en el Liceo Carlos Roberto Mondaca Cortés. Ingresó al Hospital de Vicuña, el año 1961 como ayudante de cocina y posteriormente se desempeñó como auxiliar en el policlínico. Estudió auxiliar paramédico en el Servicio de Salud Coquimbo y luego arsenalería en el Hospital Salvador de Santiago de Chile. Con estos cursos pudo desempeñarse como arsenalera en el pabellón de cirugía y finalmente como técnico paramédico en todas las secciones del hospital vicuñense.

«Esto de servir a los demás lo heredé de mi madre quien perteneció a la cruz rojas y siempre andaba ayudando a la gente, colocando inyecciones o atendiendo personas enfermas. Es algo que se lleva en la sangre y en el fondo del corazón», señala esta mujer vigorosa de 73 años. A pesar que su ingreso al hospital local fue casi algo casual, en muy poco tiempo descubrió que trabajar en la salud era su vocación. «Tenía 19 años cuando me dijeron que en el hospital necesitaban un jardinero y yo me ofrecí, pero cuando fui a presentarme me dijeron que tenía pinta para algo mejor y me colocaron como ayudante de cocina. No pasó una semana y el director del hospital me asignó ayudante en la sección del policlínico; y de allí en adelante comenzó mi carrera en la salud», explica.

En el 2004 se retiró del servicio de salud pública tras permanecer 43 años al servicio de la comunidad de Vicuña, a través del hospital local, demostrando su clara vocación de amor al prójimo, su alto espíritu de servicio público y su profesionalismo a toda prueba. Gran parte de este profesionalismo y el amplio conocimiento en los procedimientos  paramédicos los adquirió junto a connotados médicos que se desempeñaron en el hospital local, como los doctores Barletta, Atala, Schilling, Figueroa y otros más. «Gracias a esos excelentes médicos que llegaron al hospital yo aprendí muchas cosas que me permitieron mejorar mi atención a los enfermos dentro y fuera del hospital», precisa Marta Poblete.

Sin embargo su labor en bien de los demás no terminó con su retiro del sistema de salud pública, sino que siguió en el camino de servir a la comunidad mediante su desempeño como encargada de la Posta Médico Rural de Rivadavia, durante el año 2006, y como técnico paramédico del Hogar de Ancianos de la Fundación Monseñor Alfredo Cifuentes Gómez, desde el año 2007 a la fecha. A pesar de su merecido descanso en los años dorados de la vida, Marta Poblete continúa expresando su vocación de entregar afecto y cuidado a un grupo de senescentes que viven en el Hogar de Ancianos, esmerándose por todas sus necesidades aún más allá de su horario de trabajo y utilizando recursos propios. Además, a sus 73 años, prosigue en su afán de adquirir más conocimientos para brindar una mejor atención a las personas de la tercera y es por ello que ha cursado exitosamente en La Serena varios cursos relacionados con geriatría, como Alzheimer y demencia senil.

Marta Poblete, quien se casó con Hugo Tolozas Tolozas en 1967, con quien tiene dos hijos, tres nietos y una biznieta, prácticamente es la gran sostenedora del hogar de ancianos pues no sólo se preocupa de chequear la salud de los adultos mayores, sino de su alimentación, de trasladarlos hasta el hospital local o regional, conseguirles medicamentos, ropa, zapatos, llevarlos de paseo, llevarles peluqueras, regar el huerto de enorme casa y hasta tocarles guitarra sin saber nada de música con tal de verlos felices. «Estos viejitos necesitan toda nuestra atención porque ellos alguna vez sirvieron a la patria y a la comunidad, y ahora nosotros tenemos que acompañarlos en sus últimos años. Mi único afán es verlos felices y que nada les falte aunque eso me signifique más tiempo, esfuerzo y recursos», confiesa Marta Poblete.

Actualmente su tiempo lo ocupa en cuidar a los adultos mayores del Hogar de Ancianos y varias personas que siguen confiando en ella, sabedores de la excelente labor que efectuó en el hospital local durante 43 años. Incluso hasta altas horas de la noche acude a los domicilios de los enfermos para tomarles la presión, curarles las heridas, suministrarles medicamentos o simplemente acompañándolos en su dolor. «Mientras Dios me de fuerzas seguiré sirviendo a la gente necesitada de buena salud porque este es su propósito para mi vida», afirma con su humilde sonrisa.

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