Si bien la aprobación de la idea de legislar del proyecto de ley que despenaliza el aborto en tres causales con ocho votos a favor del oficialismo y cinco en contra de oposición causó un alivio en el Gobierno, el tenso debate que se vivió en el Congreso anuncia que el proceso que continúa no será sencillo.
Lo anterior se debe a que no sólo en el mundo político esta iniciativa ha generado diferencias sino que éstas se ha notado profundamente en la opinión pública. Y aunque desde algunos sectores se empeñan en aclarar que no se trata de un debate entre los que están «en favor de la vida» versus «los contrarios a la vida», por lo menos ayer martes entre los movimientos ciudadanos, eso no quedó demostrado.
El pastor evangélico Javier Soto fue uno de los primeros en instalarse en el frontis del Congreso por calle Victoria en Valparaíso, cerca de las 13:00 horas. Con un megáfono, una biblia y una bandera chilena amarrada a dos árboles, dejó en claro su postura en contra e, incluso, amenazó con que «el ángel del infierno visitará a aquellos diputados que voten a favor».
Poco antes de que la comisión iniciara su segundo turno de sesión, el escenario se puso más complejo, pues las mujeres que entonaban a medio volumen cantos y rezos religiosos instaladas en la rotonda del acceso trasero a la sede legislativa, sus voces tomaron más fuerza con la llegada del obispo de Valparaíso, monseñor Gonzalo Duarte.