Nevenka Álvarez cambió los hábitos, pero no el hábito de ayudar

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Además de hacer clases, trabaja en el hogar que se les entregó hace siete años para la Corporación Padre Alfonso Baeza, cuyo objetivo es poder brindar un espacio de formación para mujeres en su crecimiento y desarrollo personal. Vive ahí desde octubre pasado, una vez que se retiró de la Congregación de las Hermanas Franciscanas.

Muy convencida, como cuando tomó los hábitos, esta vez los dejó. Lo hace para dedicarse a su otra vocación: la ayuda social en la Corporación Alfonso Baeza.

Porque desde octubre pasado que ya no es la hermana, sino que hoy es Nevenka Álvarez, la vecina de Las Compañías donde justamente queda el terreno que le entregó Bienes Nacionales hace siete años para transformarla en una casa de acogida.

Y en eso está desde enero pasado, cuando decidió dejar Coquimbo, la Parte Alta, para irse a vivir a esa vivienda y que sola ha sacado adelante con un chuzo y pala, aunque “sigo cercana a la congregación, donde nos ha unido la vida y la muerte”, cuenta.

Pero este periodo no ha sido fácil en lo que respecta al proyecto de la Corporación, que nace justamente para acompañar a mujeres que salen con la condicional, la dominical y las que no tengan un espacio.

“Este hogar es un refugio, un levantamiento de ánimo, de compañerismo para aquellas mujeres que no tienen ninguna red de apoyo. Esa es la génesis y por eso fue creada”, explica.

Y agrega que el objetivo es acoger, acompañar “y acá levantamos a las mujeres que han estado dormidas por el sistema y para eso, claro, necesitamos habilitarla de mejor manera con personal capacitado e interdisciplinario, pues no queremos que sea otra cárcel. Acá el objetivo es poder entregar un espacio de formación para mujeres en su crecimiento y desarrollo personal”.

Poca ayuda

La lluvia del mes de julio fue bendita para las zonas que más han sufrido con la crisis hídrica. Pero en la casa de calle Ramón Carnicer, frente a las canchas California, en Las Compañías, fue todo lo contrario.

“El sistema frontal dejó un desastre tremendo, pero seguimos operativas. La casa está abierta siempre, puesto que yo vivo ahí desde el 6 de enero, una vez que me retiré de la Congregación de las Hermanas Franciscanas. Estando en el lugar comenzamos a hacerla operativa y estamos funcionando los días miércoles, de 18 a 20.30 horas, con solo voluntades y autogestión”.

Por ejemplo, en el hogar trabaja Yilia Zoccolillo, “que es nuestra querida terapeuta en masajes y reflexología y va gratuitamente para que mujeres aprendan un oficio de masaje de relajación, de masoterapia…”.

Cada tiempo libre que tiene lo dedica a la casa y tal cual maestro, arreglando lo que puede, aunque poco ha podido con el techo y las paredes llenas de hongos por la humedad.

“Cuando llovió se pudrió el techo y las paredes y por eso necesitamos una colaboración. Lo mismo que con el personal, quizás una subvención para poder contratar gente, como una psicóloga, pues queremos atender a adultos mayores, niños y mujeres para que puedan tener una atención psicológica porque lamentablemente no pueden pagar en otro lado, además que en el servicio público se demoran meses en entregarte una hora. Entonces qué mejor que un proyecto en que podamos facilitarle la atención de salud mental a nuestras queridas mujeres y niños”.

Mientras tanto está sola, “como el circo Chamorro, que uno tiene que hacer de todo, pero la verdad que no doy abasto”, lamenta entre risas.

La colaboración voluntaria es un punto importante, “pero uno no les puede exigir porque tienen sus prioridades, así que el voluntariado tiene igual sus limitaciones y por eso debemos postular a proyectos y una persona que se dedique a hacerlos y que se le puedan pagar sus honorarios, porque trabajo digno es un sueldo digno”.

Equipo disciplinario

Otra dificultad que tiene es el terreno que está en comodato hasta el próximo año y “tiene fecha de vencimiento, aunque hemos ido evaluando con el equipo directivo y los colaboradores, que tal vez el lugar no es el indicado, ya que mucha gente quiere participar de los talleres, pero son de Tierras Blancas, de La Cantera, de La Florida y no pueden llegar, así que estamos viendo la posibilidad de que quizás podamos tener una más cerca del centro de La Serena”.

Llegar hasta ese sector de Las Compañías no es fácil y menos por la tarde, por lo que cambiarse está dentro de las conversaciones, “pues la locomoción donde vivo es mala. Tenemos una alianza con las chiquillas de la Asociación de Empleadas de Casa Particular y trabajan con nosotras en talleres, pero solo en las mañanas, debido que en la tarde la locomoción es pésima. Quizás acercar una sede y no queremos terreno, sino una casa donde podamos hacer nuestros talleres y donde la gente pueda acercarse. Yo vivo ahí, pero tengo que trabajar y no puedo cuidar a las chiquillas las 24 horas, por lo mismo que necesitamos un equipo disciplinario y para eso necesitamos de las autoridades”.

 

 

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