Mujeres sobrevivientes de cáncer de mama reman desde que se formación en la región, con el objetivo de fortalecer su autoestima. El único requisito es que el médico tratante dé la autorización para hacer actividad física, «que para nosotros es remar en canoa polinésica», cuenta su presidenta María Ester Ibacache.

Con frío o sol, el domingo bien temprano comienzan con sus entrenamientos. Lo hacen en la playa Changa, cerca de 18 mujeres. A veces, también los días jueves.
Para todas ella, jóvenes y adultas mayores, la práctica arriba de un bote es sagrado y uno de los requisitos es que el médico tratante “te dé una autorización para poder hacer una cierta actividad física, que para nosotros es remar en canoa polinésica”, cuenta María Ester Ibacache, presidenta de la fundación Olas de Esperanza, agrupación de mujeres sobrevivientes del cáncer de mama.
Aunque recién está en el cargo hace dos meses, el trabajo no para “y por eso han conseguido muchas cosas, precisamente gracias a este pequeño grupito de mujeres, pues serían tres o cuatro las que comenzaron, y ahora ya estamos llegando a las 20 personas”.
Como fundación llevan dos años y desde el inicio practican esta disciplina, “aunque en un comienzo la práctica era en tierra, con un palo de escoba, apoyados en el murallón del bandejón de la costanera en la playa changa. Así fueron los comienzos”, ríe.

Para 22 personas

Lo cierto es que la práctica de canotaje es fundamental para su recuperación “y en todo sentido de la palabra”, afirma María Ester.
Esto, porque “fortalece nuestra autoestima y es el apoyo emocional que necesitamos muchas veces. Nosotros debemos comunicarnos, conversar con alguien que te pueda entender, que podamos hablarnos, porque nuestra prioridad es la contención. En el fondo, no solo restaura nuestra confianza emocional y física, sino también la de nuestra familia…”.
Destaca que no hay límites para estar en el grupo y que la única condición para pertenecer y no solo al equipo de la región, sino que, a cualquiera de las otras 17 agrupaciones existentes en todo el país, es ser sobreviviente de cáncer de mama.
Ideal para el entrenamiento es el bote dragón -una embarcación tradicional china con capacidad para 22 personas- que ya se les entregó en comodato por cinco años.
“Sí, fue una agrupación de damas chinas, que son de Santiago, que pertenecen a la parte diplomática, quienes hicieron una donación el año pasado a la agrupación en Santiago y ellos lo donaron a nosotros”.
Y aunque el bote ya les fue entregado “todavía no hemos conseguido traerlo desde Santiago, puesto que primero debemos encontrarle una casa para tenerlo, así que estamos haciendo todas las gestiones para eso”.
Ideal que sea en el sector de La Herradura, que para ellas es el lugar idóneo para poder lograr un buen entrenamiento.

Remando a Francia

Hace unos días se realizó en Coquimbo el Campeonato Nacional de Canoa Polinésica con equipos de Isla de Pascua y de varios lugares del país “y nos fue muy bien”, reconoce.
El evento se desarrolló en la playa Changa “e hicimos 8 kilómetros porque es parte de nuestra preparación a un certamen internacional, así que vamos de a poquito”.
El torneo al que asistirán es el Festival de Botes Dragón de la Comisión Internacional de Remadoras con Cáncer de Mama (IBCPC), dirigido a mujeres que padecen esta enfermedad, certamen que se realizará en Francia con equipos de todo el mundo.

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