En dos container, a 3.700 metros de altura, se encontraban seis trabajadores de la Mina San Félix, en Río Hurtado. Luis González era uno de ellos.
Seis trabajadores de la Mina San Félix, en Río Hurtado, estuvieron varios días pasándolo mal debido al frente de mal tiempo. Este jueves pudieron bajar en buen estado de salud. Uno de ellos cuenta las condiciones en las que se encontraban.
Afuera, sobre un paisaje lunar, azotaba el viento blanco y la temperatura marcaba los cero grados. «Se nos congeló el agua, no tenemos piezas calefaccionadas y el baño tenía más nieve que afuera…», relata González desde su casa en la comuna de Llay Llay, en la región de Valparaíso, hasta donde llegó este viernes después de varios e intensos días atrapado en el refugio, debido al frente de mal tiempo que lo pilló arriba en la cordillera, donde la noche entraba en sus huesos…
«Nosotros subimos el día 22 de mayo, porque trabajamos 15×15. De hecho justamente hoy (ayer) terminábamos el turno», cuenta.
Pero fue el miércoles cuando la noticia apareció en las redes sociales y medios de comunicación. «Seis trabajadores se encontraban atrapados en una mina», decía el encabezamiento. Desde la seremía, el titular de la cartera, Roberto Vega, llamaba a la calma: «Estarían aislados, pero no atrapados, producto de las intensas precipitaciones que están afectando a la región…».
No teníamos calefacción
La pesadilla para estos seis trabajadores partió el viernes, cuando comenzó a caer nieve, «que fue suavecita y que también se dio el sábado».
Por lo mismo, asegura que quedaron de ir a buscarlos el domingo, «pero finalmente no llegaron al campamento, tampoco el lunes. El martes quedaron de subir y es ahí donde comenzó a tergiversarse la noticia», agrega, ya más tranquilo en la calidez de su hogar.
Como el martes tampoco subieron, y ante su desesperación y la de sus compañeros, llamó a su señora y le contó que estaban atrapados, que no tenían cómo bajar debido al clima, a esa altura el enemigo número uno.
«Dicen que estábamos en un refugio con calefacción, pero nosotros no teníamos calefacción. La nieve se pasó a las habitaciones y teníamos que poner ropa en la puerta para que el frío no pasara, ¡si hasta el baño lo teníamos con nieve! Tampoco podíamos ir a buscar leña. De hecho, el día miércoles ni los militares nos hubiesen ido a rescatar, porque el viento era muy fuerte».
Trato digno
Fue hace tres meses, recuerda González, justamente el día que llegó a trabajar a la faena, cuando «vimos las dependencias y no eran las más idóneas para un campamento, más todavía en la cordillera. En ese momento nos prometieron que se iba a mejorar, pero eso hasta la fecha no ha ocurrido. Yo soy cocinero y el primer día que llegué les dije que para la alta montaña nosotros debíamos tener un cajón de raciones de emergencia, que se ocupa en la alta cordillera, pero nunca llegó. Entonces hay mucho déficit y, pucha, estábamos trabajando con lo mínimo».
Los seis trabajadores estaban divididos en dos container, cada uno con camarotes, más el baño y la cocina.
«Víveres teníamos, es verdad, pues había arroz y fideos. También harina tostada, pero no carne y verduras, puesto que nos habían llevado una malla con cebollas, que lamentablemente la camioneta que las trasladaba tuvo inconvenientes y se contaminaron con el petróleo. En realidad contábamos con lo mínimo para cocinar», se queja.
Muchas cosas se han dicho desde que llegaron hasta la comuna de Ovalle, trasladados desde Río Hurtado, para luego dirigirse a sus hogares en buen estado de salud.
«Dicen que estaba trabajando la máquina, pero la retroexcavadora nunca lo hizo, y no era por el operador, pues a pesar del clima no tenía las cadenas para limpiar el camino. De hacerlo era un riesgo. Nos dieron la orden de que apenas amainara el clima teníamos que bajar en la retroexcavadora, pero cómo íbamos a hacerlo en una máquina en la que sólo cabe una persona en la cabina. También nos dijeron que iban a subir con dos camionetas y que llegarían lo más alto posible para rescatarnos, pero eso no ocurrió, dado que nosotros bajamos este jueves a las 8 de la mañana y recién nos juntamos con ellos a las 12 del día. ¿Sabe? El operador se vino abriendo camino y así pudimos bajar, y cuando nos encontramos ni siquiera había nieve».
América…
A esa altura ya había pasado lo peor. Por eso en Ovalle hablaron con los dueños, solicitándoles que «tenían que pensarlo bien y cerrar la mina por lo que resta del invierno, porque no están las condiciones mínimas para estar y menos trabajar en este tiempo».
González revela que cuando la situación no se veía bien, y sin saber cuándo los irían a buscar, logró hablar con su señora para que se comunicara con la radio América «que era la única que tenía señal, y que avisara que nosotros seguíamos arriba. Gracias a eso supieron las autoridades. Y quizás no la contamos, porque de verdad que el frío era mucho. Si yo me ponía cinco pares de calcetines, además de pantalones y chaquetas para dormir, prendía el horno y metía las piernas y por las mañanas amanecíamos con las manos moradas. Estuvimos 13 días, y desde el viernes, cuando comenzó el frente de mal tiempo, que lo empezamos a pasar muy mal».