A seis años de la desaparición del argentino Marco Roldan, en Elqui

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La familia Roldán, especialmente Cándida, la madre, hace seis años que prácticamente vive en la región, repartiendo su tiempo entre La Serena, Vicuña y Cochiguaz. A simple vista podría parecer que se trata de una familia argentina que viene a hacer turismo. Pero no es así. Ellos están haciendo un viaje a la memoria, porque justamente el primero de enero del año 2013, hace exactamente seis años, que Marco, entonces de 29 años, se perdió en estas tierras. «Es muy difícil, pero hay que seguir. Siempre existe una luz que nos mantiene», explica Luis, el padre.

Con pocas pistas, y uno que otro sospechoso, como el mismo ciudadano francés, el camino para Luis y Cándida ha sido tormentoso.

«Todo parece mentira que pese a la unión de tantas fuerzas, a nadie se le ocurrió que la persona que subió al cerro con Marco, que es el francés, se haya ido tan rápido –dejó el país a los dos días- y no le hayan tomado una declaración, siendo una negligencia total.

Recién a los cuatro meses le tomaron una. Son muy relevantes esas primeras horas y los investigadores lo deben saber, si lo sé yo, porque me he puesto a investigar. ¿Entonces que siento hoy? Lo que digo en este mensaje: Impunidad y silencio, como que hubo mucha impunidad, como que hay cosas llamativas, mal hechas. ¿Sigue habiendo impunidad? Siento que sí, porque no tenemos resultados, no hay verdad y justicia», dice Luis.

Marco desapareció cuando realizaba trekking en el valle de Elqui, y desde entonces no ha podido ser ubicado pese a la investigación judicial y rastrillajes realizados en la zona.
«Siempre tenemos en mente y en nuestras retinas las imágenes de estos primeros momentos, cuando nos avisaron dos días después, porque acá llegamos el 9 y en esa primera instancia como que esas primeras 24, 48 y 78 horas, y que todo el mundo te lo dice, son fundamentales. Pero todos esos protocolos que hoy conocemos, en ese momento no se cumplieron. Gracias a Dios que tenemos hoy al señor fiscal regional, Adrián Vega, quien tomó la causa hace dos años y con él, la verdad es que todo se ha movilizado y podemos decir que ha tenido el mayor avance de estos últimos cuatro años».

Luis trae consigo varios papeles. Y también algunos afiches que junto a su señora, Cándida, han confeccionado. En la imagen se ve la fotografía de Marco, la última, sacada por el ciudadano francés, y la leyenda: «Marco Roldán desapareció en Río Mágico, Cochiguaz, en el Valle del Elqui, el 6 de enero del año 2013».

Contempla la vista, sereno, y dice: «Han pasado seis años y no sabemos qué pasó con nuestro hijo. Creemos que hay silencio, porque parece mentira que en un cerro tan sencillo, que uno mira desde abajo, del lugar en que se accede, a través de la casa de un lugareño, nadie haya visto nada… Y lo hizo a una hora del día, porque ellos suben a las 10 de la mañana y el francés regresa a la 3 de la tarde, pero nadie vio nada, llamativamente…».

Para Luis y su familia siguen habiendo situaciones que no calzan. «Que no comprendemos, ¿viste?». Porque independiente que la causa con el nuevo fiscal ha mejorado, «cuando analizas la profundidad de la causa, en la piedra donde el francés le saca la foto a Marco, que está a 2.550 metros de altura, recién en el mes de octubre, diez meses después, se determina el sitio. Antes el Gope y Carabineros, que son personal especializado, marcaron otra piedra. Entonces todo eso te hace pensar que esto ha sido manejado por alguien, en forma sospechosa. Lógicamente que uno como padre no entendés, tampoco saber cómo terminó y menos podés generar un duelo por no saber qué pasó. Por lo tanto, todo esto genera esta impunidad que seguramente la vamos a seguir teniendo».

«Duro irse con las manos vacías»
Ambos han escuchado decenas de veces el relato de lo que pasó ese día, pero siempre lo hacen con atención, como si algo que no hayan detectado pudiera aparecer en esa descripción. Siempre, claro, con «la esperanza de que algún día alguien no va poder resistir esa culpa, puesto que para mí hay varios involucrados, ya sea directa o indirectamente. ¿Sabe? Hay un lugareño que todo el mundo sabe que es una persona violenta, y también otros que conocen bien la zona y que raramente, esta primera etapa, la manejó esa persona y quizás ha sido la que ha desviado la atención del lugar exacto en donde se produjeron los hechos».

Luis y Cándida sienten que tienen dos vidas: una que continúa en Argentina y otra que está detenida en Chile. «Siempre es duro venir. Pero lo es aún más irse con las manos vacías», dice y calla.

El trabajado ha sido arduo. Y bien lo sabe Cándida, que no existe día en que no haya dejado de buscar.

«Debemos nosotros como familia agradecer a mi esposa, que ella como madre se ha trasladado a Chile, a La Serena, a Vicuña, de igual manera a Cochiguaz, en que hemos hecho buenos amigos y ella se va desplazando tratando de encontrar datos, informaciones, golpeando puertas, tratando de estar siempre al lado de la causa, sugiriendo, compartiendo y que esto continúe. Como padres la intención es continuar, tenemos dos hijos más, también un nieto, que es ahijado de Marco, de siete años, y todos ellos no dan fuerzas para seguir. Esto ha sido muy duro, muy difícil, porque cuando te ocurren estas cosas te cambia totalmente la óptica de vida. Empezás a tener problemas en el trabajo, con la familia, con los amigos. Tenés problemas de salud, pero toda esta fuerza que sentimos que alguien nos ha apoya y ahí, de verdad, sentimos el apoyo de nuestro hijo Marco».

Aunque es difícil, Luis agrega que «debemos que seguir. Siempre existe una luz que nos mantiene. A veces sentimos que se cae todo y a veces la fuerza te la da lógicamente la medicación, pero también la unión de familia y amigos que hemos hecho, que nos apoyan para poder continuar».

Para ellos, la palabra descansar no está en su vocabulario. Y lo reconoce Luis.
«No podemos descansar, porque no te deja el día a día. La falta de tu ser querido pasa a ser la parte más importante de tu vida. Hoy nuestra vida está alrededor de esto. Parece mentira, pero mi nieto dice: ‘un día vamos a encontrar al tío Marco y cuando viene quiere subir a la montaña, quiere colaborar…’.

Radicarse definitivamente en Chile

Hoy, Luis y Cándida, como tantas veces, se trasladarán hasta el sector donde su hijo fue visto por última vez. Lo harán para recorrer el sitio y seguir preguntando, como tantas veces, si alguien vio o sabe algo. Y lo harán, pese a que esta gente, los dueños del predio, se han sentido un poco perseguidos.

«La investigación en la manera en que se ha desarrollado ha tenido contradicciones en la que ellos han incurrido como familia; mentiras, de no aportar y no ayudar. Solamente cuando están frente a nosotros nos dicen que quieren ayudar, que van a subir, pero nunca hacen nada y nunca han colaborado en nada y cuando analiza una investigación donde existen tantas contradicciones, tantas mentiras, hoy pierden la memoria. Pero yo no pierdo la memoria de nada, yo me recuerdo de cada momento y a veces siento que esa gente nos ayudó, pero también siento que esa ayuda fue para lavar culpas y quizás sea una manera de inducir en la causa y llevarla a donde les conviene».

Lo que fastidia a Luis es que hasta el momento nada se sabe. Que no se haya logrado concluir nada. «¡Ni una pista! Nada», alega. Y tocándose el corazón, reconoce «que en ese cerro Marco no pudo haber tenido un accidente y que es imposible que haya accedido porque la vestimenta que tenía ese día era solamente para realizar un paseo de día, lo que me permite pensar que debe haber más de un involucrado. El amigo argentino no subió con ellos, se quedó en la carpa. El que estuvo participando en la subida fue mi hijo y el francés (Frederic Deltour).

En un momento el francés le saca una foto, que fue cerca de las 12 horas, y después regresa a la carpa a las 3 de la tarde, diciendo que Marco se había quedado sacando unas fotografías. ¿Qué pienso? Que Marco bajó también, pues no le gustaba estar solo. Le gustaba la meditación y pudo haber tenido un momento de meditación ahí… El francés llegó el día anterior y a los dos días se fue, también estuvo un mes y medio e Perú y recién al cuarto mes fue encontrado por la PDI y le tomaron una declaración, donde no hubo preguntas y respuestas concretas y claras».

Luis sigue trabajando, mientras espera poder jubilarse para radicarse definitivamente en La Serena y así acompañar a Cándida en esta incansable búsqueda por conocer la verdad. Salvo, que la justicia diga otra cosa, lo que a juicio de Luis, es muy poco probable.

«Todas esas diferencias manejadas por expertos, llama la atención que se hayan hecho tan mal. Como que todo estaba preparado para que las cosas no se supieran. Quizás nunca pensaron que se iban a encontrar con una familia que iba a seguir en esto y que Dios nos de salud para poder seguir. Ha sido difícil, porque muchas veces los medios no están y a veces cuesta conseguirlos, pero de alguna manera lo hacemos, ya que somos personas de trabajo. Dentro de dos años jubilo y me vendré a establecer acá y voy a seguir buscando, porque sé que la verdad está ahí…».

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