Cajón de Chequipilla, hogar de crianceros por más de 200 años

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portadaImagine la siguiente escena. Usted llega de su trabajo, cansado. Va a la cocina por un vaso de agua helada del refrigerador, camina hasta el living de su casa, se saca los zapatos, se sienta en su cómodo sillón, toma el control remoto y enciende el televisor, todo bien hasta que suena el teléfono celular. Nada extraño y es algo que habitualmente hacemos. Pero para un grupo de 15 familias eso es sólo un sueño en pleno siglo XXI.

A pocos kilómetros de Coquimbo y de la modernidad, existe una serpenteante ruta de tierra, paralela a la Ruta 5 en el sector de Camarones, enclavado entre quebradas y cerros. Pocos saben que existe este tranquilo lugar, en donde sus habitantes, que han vivido generación tras generación en el mismo lugar, se niegan a perder su identidad y a desaparecer de este recóndito punto del mapa. Hablamos de Cajón de Chequipilla.

Los lugareños cuentan que la mayor parte de los adultos nacieron sobre un saco de papas, tal como lo hicieron sus padres, abuelos, bisabuelos y tatarabuelos. Solo los pocos niños que viven ahora en Chequipilla lograron nacer en el Hospital San Pablo de Coquimbo.

Pero qué lleva a vivir a estas familias en un lugar al que hay que llegar o bien un vehículo 4 x 4 o bien montado a lomo de caballo. Ignacio Godoy Barraza, de 78 años, «nacido y criado acá», señaló que «la vida acá es muy tranquila y entre todos nos ayudamos cuando pasa algo o necesitamos cooperación». Comenta que con el pasar de los años la vida de las 15 familias, cerca de 60 personas, se ha complicado y cada vez es más difícil sostener esta «tradición centenaria», acotó Godoy.

La causa, según los vecinos, se debería a la compra de los terrenos en que viven y que a fines de los años 90 fueron adquiridos por el grupo de Inversiones Kendal S. A. a la sucesión familiar Claussen. Godoy cuenta que «siempre hemos tenido estos terrenos, los Claussen nos dejaron vivir acá sin ningún problema. Ahora, con la nueva administración se puso un portón en el ingreso del terreno y no nos dejan entrar materiales de construcción, paneles solares y tampoco puede ingresar gente que nos venga a visitar», esto fue corroborado por los encargados del portón de ingreso quien indicaron que «solo se permite el ingreso de policías, bomberos, ambulancias y del municipio de forma libre».

Los habitantes indican que esta es la única manera de lograr que ellos emigren de esta zona, porque al estar viviendo en un terreno particular no pueden postular a ningún tipo de proyectos o ayudas por parte del Estado y que al no fructificar las  conversaciones con la administración del lugar la «modernidad» se ha quedado en el portón de acceso.

 

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