Fila interminable de jóvenes que no quieren hacer el servicio militar

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Muchos llegan al Cantón de Reclutamiento en el edificio de oficinas públicas
de La Serena , acompañados por sus padres para presentar antecedentes y conseguir excluirse de cumplir con la milicia, como dicen algunos.

«No podemos obligarlos a estar en contra de la misma gente,
del pueblo…», argumentaron entrevistados.

Padres e hijos iban llegando desde diferentes comunas hasta el cantón de reclutamiento de La Serena, ubicado en los edificios públicos, en calle Matta -las filas daban la vuelta a la manzana hasta la Avenida Pedro Pablo Muñoz-, con la finalidad de poder postergar el servicio militar del próximo año.

Historias varias. Una en común: «No queremos que nuestros hijos hagan el servicio militar», dijeron algunos padres apostados en una fila que por momentos parecía no avanzar.

Porque debido a la situación que sacude al país hace ya un mes el tema ha dado mucho que hablar, e incluso hay llamados a eximirse, considerando la actuación que tuvo el Ejército las primeras semanas después del estallido social, donde salieron a las calles como parte de la medida de Estado de Emergencia.

«Vengo representando a mi hijo, ya que él está estudiando y necesito ver qué se puede hacer o que pasos hay que seguir, ya que lamentablemente la información que entregan a través de internet no es completa y uno acá -en la fila- se va enterando de muchas cosas», cuenta Carolina Rivera, quien espera que su hijo, estudiante de tercero medio del Colegio Americano de Las Compañías, no realice el servicio militar.

«El próximo año pasa a cuarto medio y quiero saber si lo puede postergar, tal como postergaron la PSU por todo lo que está pasando en el país. Porque han postergado todo, menos este llamado al servicio», agrega.

Es tajante al señalar que «en nuestro caso no queremos que nuestro hijo haga el servicio militar, pues con todo lo que está ocurriendo hoy, con niños que tienen otra mentalidad, olvídate. Si no quieren ser parte de lo que está ocurriendo, no tienen interés».

En sus manos lleva un papel médico que espera le pueda servir: «Está en un tratamiento odontológico con braquet y es de larga data, así que es complicado que pueda tener un golpe en su cara o que le ocurra algo en sus dientes, así que ando con el certificado para ver qué puedo hacer…».

José Avendaño viene en representación de su hijo, «de 18 años recién cumplidos, y la verdad es que no tenemos muchos antecedentes de cómo se lo pueda sacar», precisó.

Cursa enseñanza media en el Florencia Nightingale de La Serena y «no tengo interés en que haga el servicio militar, menos con todo lo que está pasando y se ha escuchado, con el ejemplo del militar del norte que dejó el fusil y estuvo preso. Entonces cómo obligarlos a estar en contra de la misma gente, del pueblo. Y la situación me complica como padre, porque nosotros nos esforzamos para que ellos estudien y no que estén obligados a algo por el sistema, que además está mal hecho».

Desde Coquimbo, Aidé Bugueño puntualiza que «mi hijo estudia en el Ceduc maquinarias pesadas y la atención de verdad que muy pésima, ya que ni siquiera a mi hijo le dieron la opción de explicar a qué venía. Llegamos a las 7:30 de la mañana y al llegar solamente le dijeron que se fuera, entonces estuvimos toda la mañana por nada, pero no quiero que mi hijo haga el servicio militar, sino que quiero que termine su carrera».

Maximiliano Mendoza tiene 18 años, estudia cuarto año medio en la Scuola Italiana, y «no estoy interesado en hacer el servicio», dice tajante.

Y su explicación es contundente: «Entrar a una institución castrense es avalar el uso de la violencia, y cuando uno avala el uso de la violencia le quita espacios a otras instancias de participación ciudadana, populares, y en cierta medida se normaliza esto de que por las armas se puedan generar diálogos, algo con lo que estoy en desacuerdo. Y lo hemos visto en estos días, que con las armas no se ha logrado mucho, ¿no?».

Reconoce que desde siempre ha pensado así, principalmente por un tema familiar.

«La familia de mi padre vivió en el exilio, y con respecto a eso vine la semana pasada, traje los papeles del Ministerio del Interior en donde se acredita la calidad de exonerado político de mi abuelo paterno -que por lo demás aún vive en el extranjero- y en el cantón no me los aceptaron. Es más. Me pidieron que trajera el informe Valech o Rettig, en el caso personal el informe Rettig, y me dieron un par de días para hacerlo, pero como comprenderán que buscar en tres tomos más de 500 páginas es un poco complicado, tuve que apelar a una situación médica, puesto que me diagnosticaron un estrés post-traumático transgeneracional, es decir que por las vivencias familiares yo también tengo ciertos resquemores y temores frente al uso de la fuerza armada».

En este sentido, Maximiliano asiente que «con un poco de entendimiento es natural que no esté predispuesto a hacerlo y eso debería ser aceptado más allá de las disposiciones…».
Se ganó una beca completa para seguir sus estudios universitarios en Italia, y eso, cuenta, lo comentó la semana pasada cuando llegó hasta al cantón, «pero me respondieron que el Ejército tiene convenio con el ejército italiano y que si me iba a Italia me vería obligado a hacer el servicio allá…».

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