Restos arqueológicos retirados de El Olivar deberían volver a La Serena

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13Un equipo de investigadores que estaba excavando en un sitio remoto en Etiopía, a fines de 1974, encontró un pequeño trozo del hueso de un codo. Luego hallaron más. Era el homínido más antiguo que se había encontrado.
En la radio del campamento sonaba «Lucy in the sky with diamonds», el éxito de los Beatles, cuando alguien preguntó: «¿Por qué no llamarla Lucy?». Y de repente, los restos se convirtieron en una persona, en Lucy, en el hallazgo que reescribió la historia de la evolución humana.
Años después, en julio del 2015, cuando se construía la doble vía que conecta a La Serena con Vallenar se realizó uno de los hallazgos arqueológicos más importantes que se tenga registro en el país y posiblemente en Sudamérica, correspondientes al Complejo Cultural Las Ánimas (800 – 1000 después de Cristo) y la Cultura Diaguita (900-1536 d. C)
Pero esta vez no escuchaban música, como recuerda el arqueólogo Gabriel Cantarutti, uno de los jefes de la excavación.
«Acá no nos pasó (ríe). Es que dentro del medio nacional no somos muy dados a asignarles nombres ficticios a restos humanos. Además, hoy está instalado el tema de los pueblos originarios en el país y se exige mucho más respeto en el trato a los muertos. Hoy no sería bien visto que a una momia le pongas ‘Juanita’, por ejemplo, porque sería una falta de respeto ponerle un nombre a alguien que los pueblos indígenas consideran sus ancestros».
Han pasado casi tres años y la mayoría de los restos encontrados han sido llevados a Santiago para un mejor cuidado.
«Como arqueólogos hemos obrado de acuerdo a lo que establece la Ley. El diputado (Pedro Velásquez) menciona una serie de faltas de protocolo, de orden y que existe una serie de procedimientos arbitrarios –al señalar que los restos se los habían robado-, pero la verdad es que no. Lo que puedo decir es que existe la documentación y los oficios que respaldan nuestro accionar respecto al traslado de materiales a Santiago», afirmó el profesional.

Traslado temporal

Misma respuesta entregó la arqueóloga Paola González, encargada de la investigación.
«Los dichos son de ignorancia, porque todo lo que ha sucedido ahí ha sido contemplado por el Consejo de Monumentos Nacionales y por la ley 17.288 de Monumentos Nacionales. Los materiales se trasladaron a Santiago, ya que era sumamente peligroso mantenerlos en los containers. Pero de todo el traslado ha tenido conocimiento el Consejo de Monumentos y también de los lugares de almacenamiento. Y eso fue con el permiso otorgado por el consejo, porque además de recobrar los restos, hay que analizarlos, estudiarlos».
De todos modos, Cantarutti entiende que existe una preocupación respecto al tema y que existe frustración por el hecho de que estos objetos patrimoniales estén en Santiago y no en la región. Sin embargo, asegura que «este traslado es temporal y a la espera de que se realicen análisis de esos materiales, porque todos estamos interesados en que finalmente vuelvan a La Serena y sean almacenados en una institución propia de la ciudad donde se realizó el hallazgo. Entonces hablar de pérdida de los materiales es alarmista y exagerado. Los materiales se sabe dónde están. Sí valoro el llamado a las autoridades a que se pronuncien de cara a la comunidad respecto de qué decisiones se están tomando, así como sobre el destino final del espacio correspondiente al sitio arqueológico y la solución vial que se decida».
Además, insistió el investigador en que «los materiales no pueden por ningún motivo permanecer de manera indefinida en Santiago y una de las cosas que estamos insistiendo al Consejo de Monumentos Nacionales (CMN) es que se busque una solución para el tema del depósito temporal, porque hasta ahora, hemos sido nosotros quienes nos hemos hecho cargo de habilitar un lugar apropiado. Como especialistas, también estamos a la espera de que se nos comunique cuándo podremos hacer una propuesta de análisis al CMN. Mientras tanto los tenemos en Santiago, debido a que en La Serena no existe la infraestructura para albergar los restos y a que los especialistas para los análisis residen mayoritariamente allá».
Espacios limitados
La mayor parte de los restos se encuentran en la capital desde diciembre del año 2016, básicamente porque en La Serena no existe ningún edificio con el espacio y las condiciones de conservación apropiada para conservar los objetos que han sido rescatados del sitio El Olivar, aunque han existido propuestas para ampliar el actual museo o la construcción de un depósito arqueológico para el almacenamiento.

En ese sentido, explica Cantarutti que la única institución que está en condiciones de poder recibir temporalmente ese material es el Museo Arqueológico de La Serena, «pero eso es en el papel, ya que este museo dispone de espacios limitados y en este minuto no podría albergar temporalmente los materiales que nosotros hemos rescatado. El volumen de objetos es alto e ingresarlos al museo inmediatamente colapsaría su espacio. Hoy están en Santiago bajo condiciones apropiadas de conservación, a la espera de que exista un pronunciamiento del CMN respecto de los tipos de análisis que vamos a realizar y una vez que hayamos concluido con los análisis, el deseo nuestro y de las autoridades es que esos materiales vuelvan a La Serena y al museo».
Pero no todos los restos rescatados se encuentran en la capital. Sólo aquellos que son más frágiles y que requieren condiciones de conservación más especiales como los restos de huesos de fauna, huesos humanos y los materiales llamados formatizados, que corresponden a objetos producidos con una forma y función definida, como las vasijas cerámicas, herramentas de piedra, hueso, concha y metal. Durante las excavaciones, los restos encontrados eran guardados en containers ubicados a un costado de las excavaciones, pero «no tienen las condiciones ambientales en su interior para la conservación de restos arqueológicos por tiempo indefinido, visto que tienen temperaturas altas y una humedad no controlada, lo que favorece al deterioro y el desarrollo de hongos. Entonces los trasladamos hasta un lugar donde se cumplieran las condiciones para asegurar que no existiera ningún deterioro», indicó el investigador.
Esta decisión, afirma, no se tomó de manera arbitraria, sino que fue tras la visita de una especialista del Centro Nacional de Conservación y Restauración, quien constató las malas condiciones ambientales de los containers y les hizo ver la necesidad urgente de aplicar medidas paliativas para así modificar las condiciones de almacenamiento. Tomadas ciertas medidas de conservación es que finalmente se trasladó los materiales más frágiles, aunque otros de condición fragmentaria y que no sufren como los restos óseos, aún se mantienen embalados en bolsas y cajas dentro de los containers y no han sufrido alteraciones».

El equipo de arqueólogos sabe que la situación no es fácil, debido a los trabajos que allí se realizan corresponden a un proyecto adjudicado por la empresa española Sacyr.
«Nosotros intervenimos en dos áreas funerarias del sitio, pero sabemos que sólo en ese lugar, que está protegido, hay al menos otras seis áreas funerarias más, sin contar los depósitos arqueológicos atribuibles a ocupaciones habitacionales. Es más. El sitio arqueológico excede los límites del área que actualmente está siendo protegida producto de la construcción de la carretera, lo que plantea un problema de planificación urbana y también vial, que por eso es complejo y ha tenido a las autoridades en esta demora. Por una parte tienen que examinar cuál es la mejor alternativa de comunicación vial para la carretera, pero con el menor daño posible al sitio arqueológico que se haya en el lugar. Y por otro lado, construida la carretera, de qué manera se asegura también la preservación del sitio que se extiende a un costado. Entonces no es sólo el tema de darle continuidad a la carretera, o cómo se protege el sitio, sino que son ambas situaciones. Es complejo y requiere la participación de varios estamentos del Estado».

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