La Serena y Coquimbo son las comunas que concentran la mayor cantidad de asentamientos en la región y sus dirigentes comentan sus realidades cada vez que aparece un sistema frontal.
Por René Martínez Rojas
Fue una lluvia intensa, donde el tiempo se hizo corto para cubrir los techos en algunas casas de material ligero. Porque fue un inicio de semana incómodo –y el jueves de la semana pasada igual- para decenas de familias que viven en los campamentos de Coquimbo y La Serena.
Para muchos, las telas de nylon no dieron abasto, como ocurrió en La Varilla 4 de Las Compañías, que en su inmenso terreno habitan cientos de familias asentadas en los campamentos Desierto Florido, Lomas Esperanza, Doña María y Lugares que hablan.
Lo propio en la toma Esperanza de los Niños en Huachalalume, aunque algo más tranquilos que otros años. En este caso, porque están en la falda del cerro, «por lo que el agua corre, además que hay casas tipo palafitos», cuenta Yerko Zambra, presidente del comité.
En ese lugar viven 72 familias «y pareciera a todas luces que lo pasamos mal con la lluvia, pero no es tan así», aunque en cuanto a la precariedad, dice que «hay algunos casos puntuales en los cuales ingresa el agua por el techo y las paredes. En general, gran porcentaje del campamento no tiene problemas con el agua, pero con el frío al día siguiente…».
Frazadas y guateros
Quienes peor lo pasan son los niños y adultos mayores, aunque insiste en que en las últimas lluvias «no hemos tenido grandes complicaciones de inundación, aluvión o albergue».
No obstante, y pese al frío que a veces congela, una de las razones es no aplicar las estufas y prender fuego por el peligro que podría acarrear, «por cuanto estas son viviendas construidas de material ligero. No son casas de concreto, modernizadas. Y ese es uno de nuestros reglamentos dentro del campamento: no usar estufas, así que el frío se capea con chaquetas, frazadas y guateros, a la antigua».
¿Ayuda del municipio? Ayer llegaron con algunas bolsas de nylon, «pero no es que el municipio esté encima de nosotros y que nos tengan considerados, eso no ocurre», señala.
Guaguas y adultos mayores
El invierno presente y las extensas lluvias que se han dado en los últimos días, obliga a accionar de forma urgente, principalmente porque los pobladores de los asentamientos más precarios sufren con los embates del mal tiempo, debiendo soportar filtraciones e inundaciones al interior de sus viviendas, además de prácticamente quedar aislados por el barro que se forma.
Marisol Coñomán, presidenta del campamento Quebrada Las Rozas, a un costado del Complejo Deportivo de Coquimbo Unido, esgrime que lo único que les entregan cuando llega un sistema frontal «son los nylon y ahora estábamos pidiendo más, porque tengo hartas guaguas y adultos mayores».