Constituyente Carlos Calvo: «Un ladrón puede dejar de robar, y para eso debemos darle las oportunidades»

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Académico forma parte de la coordinadora integrada por 14 convencionales que han trabajado en conjunto con la Red Nacional de Cabildos Penitenciarios. Justamente ayer, el Ministerio de Justicia acordó con la Convención Constitucional que personas privadas de libertad en 38 cárceles
del país sean parte del proceso constituyente.

Fue en septiembre del año pasado cuando hubo un primer acercamiento entre algunos convencionales y el ministerio de Justicia y Gendarmería. ¿El objetivo? Lograr la participación de las personas privadas de libertad dentro del proceso constituyente.
«Todos conocemos las condiciones de las cárceles, que son horribles y que no ayudan a que las personas -tras su libertad- puedan insertarse en la sociedad», cuenta el profesor Carlos Calvo, minutos después de que el Ministerio de Justicia cerrara un acuerdo con la Convención Constitucional para permitir que las personas privadas de libertad puedan participar del proceso mediante el mecanismo de inscripción de cabildos ciudadanos.
Para Calvo, que además forma parte de una coordinadora integrada por 14 convencionales de distintos colectivos, quienes han trabajado en conjunto con la Red Nacional de Cabildos Penitenciarios, «la experiencia de muchos y muchas respecto a lo que es la cárcel, llevó a que nos uniéramos varios convencionales y trabajáramos esta propuesta junto al Ministerio de Justicia».

Respecto a los objetivos, detalla el investigador y antropólogo educacional, lo importante «es nutrirnos con ideas para que posteriormente podamos traducirlas en la nueva Constitución. Hemos visitado las cárceles acá en la región y hemos conversado con los reos, hemos planificado tener cabildos con ellos, pero aún no hemos firmado los protocolos».

Justamente La Serena y Ovalle están dentro de los 38 centros penitenciarios del país donde se desarrollarán estos cabildos.

«Cuando esto esté formalizado, vamos a tener esas reuniones -a partir del mes de febrero- con mujeres y hombres que están privados de libertad. ¿Qué nos interesa? Conocer sus valoraciones, sus proyecciones, y cómo nos pueden sugerir ellos que debemos mejorar las cárceles, ya que no puede continuar la situación tal como está hoy».

De esperanza

En su visita a Huachalalume, reconoce que la percepción que tienen los reos de la nueva Constitución «es de esperanza».

Y si bien no están completamente informados, «sí están esperanzados y se dan cuenta que nosotros podemos provocar un punto de inflexión en la vida chilena, por lo que desean que nos vaya bien y qué es lo que nos piden: formación, no cursos que sean entretención del momento. Les falta entender y ver la trascendencia que tiene ese curso que están realizando, así que en ese sentido tenemos que flexibilizar un sector educacional para que las personas puedan estudiar y formarse en las cárceles. Hoy existe una tendencia muy fuerte a nivel mundial, donde a las empresas nos les está importando él o los títulos profesionales que tenga, lo que les interesa es que sepan hacer las cosas».

El convenio suscrito establece un protocolo para el ingreso de los convencionales a los establecimientos penitenciarios, con el fin de regular la actuación de estos y estas al interior de los recintos, y otro para la realización de cabildos al interior de los centros penitenciarios del país.

Advierte que «no tenemos ningún poder para transformar nada en lo inmediato, ninguna atribución, puesto que no elaboramos leyes, pero sí estamos haciendo algo que es mucho más radical todavía, y que es generar el marco constitucional que dará pie a qué tipo de leyes se pueden hacer y qué limitaciones van a tener. Por lo tanto, la información que nos puedan entregar estas mujeres y hombres presos; jóvenes, adultos y viejos respecto a lo que es estar encarcelado, es importante».

Encerrado

Recuerda que cuando tuvo que guardar cuarentena la primera vez en la convención, porque un colega estaba con covid, lo dejaron en la pieza de un hotel «muy cómoda y agradable», pero que al cerrar la puerta sabía que no podía salir de ahí hasta que cumpliera la cuarentena.

«Sentí lo que podía ser la experiencia de estar encerrado, sabiendo que entras sin poder salir. No pasaba hambre ni frío, solamente estaba encerrado en la habitación, pero me llevó a sentir, extrapolando lo que debe sentir una persona que está encerrada y algunos con culpabilidad clarísima, pero otros como los cabros de la revuelta, así que debe ser durísimo…».

Por lo pronto, estipula que se debe hacer un cambio radical, «y no permitir que estas prácticas tan negativas se sigan perpetuando».

Como educador entiende que toda persona es modificable, «entonces un ladrón perfectamente puede dejar de hacerlo, y para eso debemos darles las oportunidades, como un trabajo al interior de la cárcel para que lo distraiga. También debe tener estudios y mucha gente quiere estudiar y tenemos experiencias de educación en cárceles. Con mis estudiantes, cuando la cárcel estaba en calle Amunátegui, mandaba a mis alumnos a trabajar con los reos, y volvían contando que las experiencias eran súper interesantes y algunas muy fuertes, pero cuando se fue a Huachalalume, como es privatizada, se dificultó el ingreso y ya no pudieron ir…».

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