Nieto de creador de himnos de los clubes La Serena y Coquimbo hace recuerdos del gran Juan Sabando

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Juan Sabando fue, sin duda, un gran personaje de la bohemia serenense y coquimbana. Un gran compositor. De esos que atrapaba la inspiración en una servilleta o corría a la redacción del diario para conseguir que le escribieran el pensamiento…

Fue el creador de los himnos oficiales de La Serena y de Coquimbo. Primero el del conjunto granate y luego el del elenco pirata.

Su nieto, Fernando, también un destacado músico, al igual que toda la dinastía Sabando, lo recuerda más que como un hincha del fútbol, simplemente como un «bohemio y amigo de los amigos».

Sin embargo, a años de su partida y pese a su enorme legado, «nunca recibió un homenaje».

Más bien menudo, siempre cuidadoso en el vestir, respetuoso, nunca quiso estar en la primera línea de nada, aun cuando las orquestas populares de la zona triunfaban con sus creaciones.

El nieto recuerda que sentado en un rincón del tradicional restaurante el Oriente, en La Serena, un día de 1970, comenzó a escribir en una servilleta la letra de lo que con el tiempo sería el himno de Coquimbo Unido.

Muchos años antes, allá por el verano del año 1955, escribió la letra del Club Deportes La Serena.

Aquel hombre, que mantuvo siempre un vínculo profundo con su origen, fuente de inspiración para sus obras, Juan Sabando Sánchez, un creador por naturaleza. «Un bohemio», como lo recuerda su nieto Fernando, sin que por ello deje de admirarle.
Nació en Ovalle, pero siempre se jactaba que debido a los muchos amigos que tenía, y en todas partes, «nunca fue solamente de Ovalle».

Recién con los años

Fernando, de 41 años, vivió con su abuelo y por eso dice tener los mejores recuerdos de él. Que su pasión por la música viene de él, pero también de su familia, «pues fuimos una familia de músicos…».

Describe a su abuelo Juan como un futurista, porque cuando hizo la letra del himno de Deportes La Serena, el club todavía era un equipo amateur, en formación. «Había sido campeón del fútbol amateur y aún no jugaba ni en la Segunda División, ya que se fundó recién a finales de ese año. Y la verdad, por lo que me contó, tampoco demoró mucho en hacerlo, y seguramente fue porque en realidad estaba todo el día creando».

Sin embargo, la letra se mantuvo en el baúl de los recuerdos hasta 1984, «y no se dio a conocer porque mi abuelo siempre fue de muy bajo perfil». Entonces fue su hijo Sergio, padre de Fernando, quien tomó la batuta, y junto a un amigo, también músico, masterizaron la letra por primera vez y lo sacaron en cinta de casette.

Con el tiempo, recuerda, «se volvió a remasterizar y ese es el himno que se escucha hoy».
No obstante, recién en el estadio se comenzó a tocar gracias a Fernando, «porque si bien mi padre tiene los derechos de autor y es el propietario del himno, yo fui quien lo comenzó a difundir por el año 2005».

Además, entrega como dato inédito, el himno tiene una segunda estrofa que es la que no se toca y que nadie conoce, y que le gustaría, como homenaje a su abuelo, «que con el tiempo se grabara como corresponde, con una banda orquestal, o bien del regimiento, ya que mi abuelo, aunque no era militar, también participaba en la agrupación del regimiento, porque era hijo del fundador de la banda, Alejandro Sabando Suárez».

Y aunque quizás piensa en una interpretación hasta más «rocanrolera y moderna» y con el estilo propio que le puede aportar la banda que lo haga, lo ideal es que quede bonita para que la versión no sea destrozada. No quiere críticas y menos memes.

Corría 1976 cuando Coquimbo Unido disputaba el ascenso. Presente en las gradas del entonces Estadio Municipal, de pie, estaba Juan. Con el pitazo final llegaron los abrazos: Coquimbo era campeón. Y con ello, el himno por los parlantes. «Mi abuelo que estaba ahí se emocionó mucho al oír como los hinchas entonaban su canción, la que había creado tiempo atrás», relata.

Seis años antes, una hincha del club, que además era su sobrina, Sonia Sánchez, le pidió por favor que hiciera una obra. Entonces Juan, sentando en el Oriente, a los días de aquella conversación, comenzó a escribir en una servilleta, como muchas de sus obras que las hacía al pasar.

«Este tema lo grabó por primera vez en un casette en 1975, con el coro de los Salesianos, al año siguiente se junta con el sello Calafate, en Santiago, con Horacio Saavedra, y hace la versión que es la original y que todos conocemos».

Hoy, escuchando las creaciones de su abuelo tanto en los estadios La Portada como en el Francisco Sánchez Rumoroso, Fernando dice que «es un orgullo que mi abuelo haya creado los himnos de dos clásicos rivales, que no creo ocurra en otro lugar, porque sería raro que la misma persona escriba el himno de Colo Colo y de la U, o el de River y Boca en Argentina».

Es más. Cuenta que hace años fue a un clásico en Coquimbo y que sintió mucho orgullo cuando al término del partido «se comenzó a escuchar el himno de Coquimbo Unido y toda su gente empezó a cantar, pero al mismo tiempo la gente de La Serena hacía lo propio con el himno de ellos. Fue una emoción enorme estar ese día en el estadio y escuchar a todas las personas cantar dos himnos diferentes escritos por mi abuelo».

Aunque Fernando destaca la modestia que tenía su abuelo, cree que mereció algo más que un aplauso por todo lo que le entregó a la música de la región, además de los himnos a los dos clubes, «dado que pasarán los años, las generaciones, y ambos himnos se seguirán escuchando».
Por lo mismo, y mirando uno de los manuscritos que aún conserva, aclara que «mi abuelo falleció el año 1985 y nunca se le hizo un reconocimiento, ni de parte de Coquimbo Unido ni de Club Deportes La Serena. Es verdad que mi abuelo nunca pidió nada, pero los himnos son perpetuos»…

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