El día más de feliz de Akina y Vicente

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Este viernes, el tribunal los absolvió del cargo formulado en su contra por el Ministerio Público, que los sindicaba como autores del delito de transporte y porte de bombas molotov. «Después de cuatro años podremos por fin rehacer nuestras vidas con normalidad», dice ella mientras se abrazan.

Akina (29) es una joven sencilla. Tiene un hijo de dos años junto a su pareja Vicente (26) y los inconvenientes que atraviesa cualquier familia.

Mientras transitaban con esos obstáculos la rutina de actividades, la vida les hizo una zancadilla feroz: El 4 de diciembre de 2019, en el marco del estallido social, cayeron detenidos en la comuna de La Serena. Seis meses estuvieron encarcelados por la supuesta tenencia de bombas molotov.

Este viernes, después de cuatro años «y varios días», la Justicia los absolvió. «Ahora podremos rehacer nuestras vidas», comentó Akina a la salida del TOP serenense.

Ya más tranquila, recordó junto a Diario La Región todo el tiempo de incertidumbre. Para ella y Vicente sigue siendo imposible describir lo que pasa adentro de un penal, «pero sobreviví por el acompañamiento de mi familia», dice minutos después de haber recuperado la libertad.

«Es una sensación de alegría, ya que era lo que tanto esperábamos. Sinceramente estaba súper asustada con respecto al resultado, pues si bien desde un comienzo los abogados hablaron de absolvernos, se veía difícil por la situación que pasó cuando estaba en prisión preventiva, ya que en cada audiencia se me negaba poder cambiar la medida cautelar. Estaba súper complicado», relata junto a Vicente, psicólogo de profesión.

Ella, instructora de yoga, jugadora de básquetbol y estudiante de último año de la carrera de enfermería.

Redes de apoyo

Han pasado cuatro años y lo único que deseaban era terminar este proceso, «poder sentir la libertad absoluta y disponer de nuestro tiempo, física y mentalmente. Es un cambio importante, algo que siempre estuvimos esperando, a pesar de que el último tiempo estábamos en la casa. Un alivio y un cambio significativo después de haber estado en prisión. Ya dormías bien, estábamos con nuestras familias y teníamos las cosas básicas, como un plato de comida y el baño, por ejemplo», recuerda después de esos seis meses de tinieblas detrás de los muros de Huachalalume.

Cuando estuvieron en prisión admite que fue muy importante el apoyo de las personas y no solo de la comuna.

«Como participaba en muchas actividades comunitarias, la gente me conoce, como en la iglesia y en el básquetbol, y eso también hizo que tuviera redes de apoyo. Ellos sabían que todo lo que estaba pasando era injusto», afirma.

Entiende bien Akina que cuando eliges una profesión, es por el cariño a ella, «y por eso recibí apoyo del gremio y demasiada confianza en lo que nosotros estábamos defendiendo, porque en un comienzo nos catalogaron como un peligro para la sociedad, pero la sociedad nunca dijo eso».

Ella estuvo encarcela desde el 5 de diciembre de 2019 hasta el 22 de mayo de 2020, y Vicente hasta el día 26.

No fue fácil

Si bien la audiencia de comunicación de la sentencia quedó programada para este miércoles, la sensación de tranquilidad que dice sentir es impagable.

«Siempre estuve temerosa, porque en el contexto en el que fuimos detenidos había miedo por la situación política, puesto que sentimos que había influencia de parte del gobierno de entonces respecto a las decisiones que se tomaban. Teníamos temor de que el resultado no fuera el que deseábamos, que era salir en libertad, como se determinó este viernes, luego que las pruebas no fueron suficientes para decir que nosotros estábamos portando esos elementos incendiarios», acepta, mientras es saludada y abrazada por su abogado Carlo Silva.

No fue fácil. Por entonces hubo cinco audiencias de apelación para poder cambiar la cautelar, que después de Huachalalume fue de arresto domiciliario total por cerca de cuatro meses y luego el arresto nocturno.

«Las condiciones en ese momento no eran favorables. Por eso siempre sentía miedo de que el resultado no fuera el que queríamos, porque nos costó mucho quitarnos esa prisión preventiva».

Sin duda, situaciones de la vida que no olvidarán y que, como advierte, «nos hace cambiar nuestra perspectiva de cómo estamos haciendo las cosas, quizás no exponernos a situaciones tan peligrosas, de cómo salimos a la calle y cómo defendemos nuestros derechos».

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