Entre sueño y chacoteo: Alumnos cuentan cómo fue su primer día de clases

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Los estudiantes, adolescentes de segundo año medio, coinciden en que fue complejo levantarse de la cama, pero ya estando en el colegio, el reencontrarse con sus compañeros compensó el «sufrimiento» de la mañana. No faltó el clásico desencuentro con el micrero, pero nada serio, «hay que acostumbrarse».

La semana clave de «retorno a la normalidad» sigue su curso. El lunes volvieron a clases en masa una gran cantidad de estudiantes, y el día de hoy también lo harán quienes aún no vuelven a las aulas.
Mucho se ha escrito sobre medidas para mitigar el caos vial, planes de las autoridades, pero poco se ha conocido de la voz de ellos mismos, quienes son los protagonistas principales y quienes le cambian la cara a la ciudad durante este mes que marca el fin de más de dos meses de vacaciones para retomar las actividades educativas. Desde luego que hay un cambio importante para ellos. El levantarse más temprano, el tener que combatir con los atochamientos, sobrellevar la eterna pugna contra los choferes de las micros por la TNE, y también reencontrarse con los amigos de siempre. Todo aquello configura para los adolescentes un nuevo panorama, que es clave en su etapa de crecimiento.

Chacoteo interminable

En plena Plaza de Armas de La Serena, nos encontramos con un grupo de alumnos del Colegio Gabriel González Videla. Eran pasadas la 13.00 horas y venían recién saliendo de su primer día de clases. Cierto, estaban cansados, ya que el cambo en la forma de vida que llevaron durante las vacaciones fue brusco, pero el espíritu juvenil primaba y no dejaban de sonreír y hacer bromas, ya que también hay aspectos positivos que alivianan la carga de volver a las pruebas, los horarios y la disciplina estudiantil.

«Costó, pero me levante»

La estudiante Milenka Zamora, de segundo año medio, relata lo que fue su mañana, la primera en la que se levanta tan temprano luego de tanto tiempo. Asegura que estuvo a punto de no lograrlo, pero pudo meterse a la ducha, vestirse y partir a su establecimiento. «Costó, pero me levanté. Si al final eso es lo que más cuesta, es como superar una barrera. Después todo se hace más fácil. Lo que pasa es que yo soy muy buena para dormir, pero de a poco me voy a ir acostumbrando de nuevo a estos horarios», afirma la adolescente.
Cuenta que lo pasó muy bien durante su primera jornada, se reencontró con amigas y lo que más hizo fue conversar, ya que, al menos ayer, de materia hubo poco en el recinto estudiantil. «La jornada era más bien para adaptarse, estuvo relajado. Además que yo sí quería volver, porque ya me estaba aburriendo en casa. Me gusta el colegio, me gusta estar con mis amigos», relata.

Los micreros y el pase

Daniela Manzano estudia en el mismo colegio y también tuvo una jornada de mucho relajo. De hecho, lo peor del día para ella no estuvo en el hecho de levantarse o en las mismas clases, sino que en la micro, donde, para variar, tuvo un leve problema con el conductor. «Lo que pasa es que como yo soy muy alta, y a veces me pongo otro polerón, como este que no es del colegio, me confunden y piensan que no soy estudiante. Eso es lo que yo creo, y me pasó hoy que el chofer me miró como bien feo y algo dijo, pero yo no pesqué, porque ya había pagado como estudiante. Aunque sí, igual es fome tener estos atados», expresa Daniela, quien vivió una situación que, a estas alturas, y reconocido por los propios choferes, es habitual en el inicio del año escolar.

Cansador, pero grato

Para Gabriel Briseño, alumno de segundo medio del Gabriel González Videla, lo más complejo también fue levantarse, de hecho, reconoce que pensó en no asistir, pero prefirió hacerlo para «no andar tan perdido» en los próximos días. «Igual cuesta cambiar la rutina, pero te vas acostumbrando. Yo creo que en una semana ya vamos a estar parejitos con la hora. Yo hoy día me morí de sueño, pero estaba contento de volver. Estuvo entretenido, ya que la jornada fue más que todo para contar qué habíamos hecho en nuestras vacaciones y conocer a los niños nuevos que llegaron», remarca el estudiante, uno de tantos que por estos días «retorna a la normalidad», que vuelve a la vida al interior del aula.

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