
La falta de agua es el principal problema que ha tenido la región por años, y para mejorar en algo el panorama actual, se requiere tener -a lo menos- de tres a cinco años de lluvias consecutivas.
Por René Martínez Rojas
Las precipitaciones que han caído estas últimas semanas poco y nada han servido para aumentar el caudal en los embalses de Coquimbo. Para que ello ocurra se requiere -por lo menos- de 3 a 5 años de lluvias consecutivas en el promedio histórico para recién establecer un equilibrio biológico en la región.
Eso dicen los expertos y lo replica el seremi de Agricultura Cristian Álvarez, al argumentar que las lluvias que cayeron estaban dentro del pronóstico general que hacen los meteorólogos dentro de un año normal, «y nosotros nos alegramos, pero están dentro de los valores que estaban pronosticados para esta temporada, que será por debajo, un año promedio».
Más complejo
Debido a que la disponibilidad de agua sigue siendo baja -con datos hasta el 23 de junio-, los embalses con mayor dificultad son La Paloma y El Puclaro.
«Desde el punto de vista de porcentaje, La Paloma es el más complejo, pero no solamente uno debe preocuparse del porcentaje, sino también de la demanda que tiene. Y el más preocupante en ese sentido es El Puclaro, porque la demanda anual de consumo humano, y que abastece a la conurbación La Serena-Coquimbo, bordea los 30 millones de metros cúbicos».
Entendido que los embalses también son dinámicos, porque entra y sale agua, «bajo esa perspectiva El Puclaro está en una condición que, si se cumple la norma del consumo humano, la agricultura va a estar en serios problemas durante la próxima temporada, particularmente en Vicuña y toda la zona de Alfalfares».
En el secano
El volumen de embalsado a nivel regional hoy está del orden del 16,7%, lo que implica una variación casi nublada respecto del tema de la lluvia a nivel regional.
Ahora, si uno desglosa esto por provincia, «evidentemente se mantiene la misma tendencia, con la provincia del Choapa con la mejor condición de almacenamiento en cada uno de sus embalses», señala.
El embalse Culimo, que se encuentra en el valle del Quilimarí, en Los Vilos, está al 48% de su volumen. El embalse Corrales, en la comuna de Salamanca, al 80% y el embalse El Bato, en Illapel, se encuentra al 86,3% de su volumen.
Al respecto, reconoce el seremi que «con esos volúmenes de agua tenemos asegurada la temporada agrícola y consumo humano. Obviamente siempre y cuando se haga un uso racional del agua, que es lo que está ocurriendo».
En el caso de la provincia del Limarí, el embalse Recoleta se encuentra en el orden del 15,9% del volumen total, mientras que el embalse La Paloma del orden del 6,7%, con una variación mínima, y el embalse Cogotí en el 23,1%.
En la provincia del Elqui, El Puclaro está al 16,9% y la Laguna en 43,2%.
«El hecho de que caiga agua en cualquiera de estos tres casos, no implica necesariamente que vaya a tener una repercusión, además que cada uno de los embalses está siendo operado por las Juntas de Vigilancia. Por lo tanto, hay programas de regulación en base a los acuerdos de distribución que tienen con la Dirección General de Aguas».
En cuanto a si esto asegura la actividad agrícola en la región, «para nada. Al contrario, se mantiene en la misma situación en lo que es el riego para el sistema hídrico. Lo que sí va a tener efecto en el mediano plazo, es en el secano, por cuanto le permitirá generar forraje y pastos naturales a la comunidad agrícola».